La cebra Camila – Cuento Corto
Marisa Núñez
Camila, una cebra que pierde sus rayas en un día ventoso, recibe ayuda de los animales del bosque, aprendiendo sobre la bondad, la creatividad y la importancia de aceptar los cambios.
La cebra Camila
En una llanura brillante, vivía Camila, una cebra pequeña y alegre, orgullosa de sus hermosas rayas negras. Su mamá siempre le decía:
—Camila, no salgas sin tu abrigo cuando el viento sopla fuerte.
Pero Camila, curiosa y juguetona, no siempre escuchaba.
Un día, mientras corría por el campo, el viento sopló más fuerte que nunca. ¡Fiuuu! De repente, una de sus rayas salió volando.
—¡Oh, no! —exclamó Camila, asustada—. ¡Mis rayas!
El viento no se detuvo, y una a una, todas las rayas de Camila desaparecieron. Ahora, parecía una cebra blanca común.
—¿Qué voy a hacer? —dijo llorando mientras se escondía tras unos arbustos.
Camila, muy triste, se encontró con un ratón que llevaba un lazo azul.
—¿Por qué lloras, Camila? —preguntó el ratón.
—Perdí mis rayas, y ya no soy especial.
El ratón, moviendo su bigote, le dijo:
—Toma este lazo. No es una raya, pero te quedará hermoso.
Camila aceptó el lazo y sonrió un poquito.
Más adelante, se encontró con una cigüeña que tejía con hilos de colores.
—¿Qué te ocurre, Camila? —preguntó la cigüeña.
—El viento se llevó mis rayas —respondió.
—No te preocupes, yo te daré un hilo rojo para que te sientas mejor.
Camila agradeció el regalo y siguió su camino.
Uno por uno, los animales del bosque ayudaron a Camila. El caracol le dio una gota de plata brillante, el sapo le ofreció una hoja verde y el arcoíris dejó caer un rayo de luz dorada sobre ella. Poco a poco, Camila recuperó su alegría. Su cuerpo blanco ahora estaba lleno de colores, lazos y destellos únicos.
Cuando Camila regresó a casa, su mamá la miró con ternura.
—Camila, cada rayita nueva cuenta una historia sobre la bondad y la creatividad de quienes te ayudaron. Ahora eres más especial que nunca.
Camila entendió que no siempre podemos evitar los cambios, pero podemos abrazarlos y encontrar algo hermoso en ellos.
Desde entonces, la cebra Camila recorrió la llanura con orgullo, enseñando a todos que las diferencias nos hacen únicos y que la verdadera belleza está en aceptar lo que somos.
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