La huella imborrable
Cuento Corto
En un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos, un perro llamado Roco dejó una marca en el corazón de todos los que lo conocieron. Esta es la historia de La huella imborrable, un cuento sobre amor, valentía y el legado que dejamos en quienes amamos.
La huella imborrable
Roco era un perro grande y de pelaje marrón, conocido por su nobleza y su lealtad. Vivía con Don Julián, un hombre mayor que lo había rescatado cuando era un cachorro abandonado. Desde ese día, Roco y Don Julián se volvieron inseparables, compartiendo días tranquilos en el campo y largas caminatas por el pueblo.
Un día, el pueblo se preparaba para una tormenta fuerte. Los vecinos aseguraban sus casas y guardaban sus animales, mientras Don Julián cerraba las ventanas de su pequeña cabaña. Sin embargo, durante la noche, un fuerte ruido despertó a Roco. El río, crecido por la lluvia, había comenzado a desbordarse.
Roco salió corriendo, ladrando con fuerza para alertar a Don Julián y a los vecinos. El agua avanzaba rápido, amenazando con arrasar el puente que conectaba las dos partes del pueblo.
—¡Roco, no salgas! —gritó Don Julián, preocupado por su amigo. Pero Roco tenía un propósito.
Mientras los vecinos corrían hacia un lugar seguro, Roco vio a una niña, Marta, atrapada en el lado más bajo del río. Sin dudarlo, corrió hacia ella, saltando entre el agua y las ramas caídas. Con cuidado, se acercó a Marta, que lloraba de miedo, y dejó que se aferrara a su cuello. Juntos, avanzaron contra la corriente hasta un lugar seguro, donde los vecinos los ayudaron a subir.
Cuando la tormenta pasó, el pueblo celebró la valentía de Roco. Marta abrazó a su héroe, y Don Julián no pudo contener las lágrimas de orgullo.
—Eres el perro más valiente que he conocido —le dijo mientras acariciaba su cabeza.
Desde ese día, Roco fue más que un perro para San Valle: fue un símbolo de amor y lealtad. Su huella quedó grabada no solo en el barro después de la tormenta, sino en el corazón de cada persona que lo conoció.
Roco nos enseñó que las huellas más importantes no se ven, se sienten.
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