La paloma y la hormiga
Fábula de Félix María Samaniego
En esta fábula de Félix María Samaniego, una hormiga y una paloma nos muestran cómo los actos de bondad pueden ser recompensados. La Paloma y la Hormiga nos enseña sobre la importancia de la gratitud y la solidaridad.
La paloma y la hormiga
Un día caluroso de verano, una hormiga bajó al río para calmar su sed. Mientras intentaba beber agua, resbaló y cayó en la corriente. La hormiga, pequeña e indefensa, fue arrastrada por el agua y luchaba desesperadamente por mantenerse a flote.
Desde una rama cercana, una paloma observó lo que sucedía. Sin pensarlo dos veces, la paloma arrancó una hoja del árbol y la dejó caer en el agua cerca de la hormiga. La hoja flotó justo a tiempo para que la hormiga subiera a ella y pudiera salvarse.
—Gracias, amiga paloma —dijo la hormiga, agradecida—. No olvidaré tu generosidad.
Días después, un cazador llegó al bosque con su arco y vio a la paloma descansando en una rama baja. Decidió aprovechar la oportunidad para atraparla. Silenciosamente, preparó su arco y apuntó.
La hormiga, que caminaba por el suelo, vio lo que sucedía. Rápidamente, corrió hacia el cazador y lo mordió en el pie con todas sus fuerzas. Sorprendido por el dolor, el cazador soltó el arco y la flecha falló. La paloma, al darse cuenta del peligro, voló lejos, salvándose gracias a la pequeña hormiga.
Desde ese día, la hormiga y la paloma fueron amigas inseparables, recordando cómo un simple acto de bondad puede cambiarlo todo.
Moraleja:
Los actos de bondad siempre serán recompensados, incluso de formas inesperadas. Esta fábula nos enseña que ayudar a los demás, sin esperar nada a cambio, crea lazos de amistad y gratitud duraderos.
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