El gato que quería ser músico
Cuento Corto
En un pequeño pueblo lleno de sonidos y melodías, un gato soñador decidió que no había nada más hermoso que la música. Esta es la historia de El Gato que Quería Ser Músico, un cuento sobre perseverancia y seguir tus sueños.
El gato que quería ser músico
Había una vez un gato llamado Minino, que vivía en un pequeño pueblo donde todos los días se escuchaba música. Desde su ventana, Minino veía a los músicos tocar en la plaza: guitarras, violines y tambores llenaban el aire con bellas melodías. Cada vez que escuchaba una canción, su cola se movía al ritmo y sus patitas intentaban seguir el compás.
—¡Yo quiero ser músico! —decía Minino a sus amigos gatos.
Pero ellos se reían.
—¡Los gatos no hacen música! Solo cazan ratones y duermen —respondían.
Minino no hizo caso y decidió aprender. Una mañana, se acercó al violinista de la plaza y le pidió:
—¿Me enseñarías a tocar el violín?
El hombre lo miró sorprendido.
—¿Un gato músico? —se rió—. Lo intentaré, pero necesitarás mucha práctica.
Día tras día, Minino practicaba con un pequeño violín que el músico le regaló. Al principio, el sonido era terrible y los demás animales del pueblo tapaban sus orejas.
—¡Nunca lo lograrás! —decía el perro gruñón del molino.
Pero Minino no se rindió. Practicaba cada mañana hasta que sus patas aprendieron a moverse con delicadeza sobre las cuerdas.
Poco a poco, el sonido de su violín comenzó a mejorar. Una tarde, el músico de la plaza lo invitó a tocar junto a él. Al principio, Minino temblaba de nervios, pero cuando vio a la gente sonriendo, supo que estaba haciendo algo hermoso. Cerró los ojos y dejó que su música fluyera.
—¡Bravo, Minino! —gritaban los niños—. ¡Eres el primer gato músico del pueblo!
Desde ese día, Minino tocaba en la plaza cada tarde. Su sueño se había hecho realidad, y los demás animales, incluso el perro gruñón, lo admiraban.
Esta historia nos enseña que no importa lo que digan los demás, si tienes un sueño y trabajas por él, todo es posible.
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