El Rey Arturo
Leyenda Corta

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En una época de magia y caballería, un joven humilde llamado Arturo demostró ser el elegido para unir a un reino dividido. Esta es la leyenda de El Rey Arturo, una historia de valentía, justicia y el poder del destino.

El Rey Arturo y la mesa redonda

Hace mucho tiempo, en la mística tierra de Britania, los reinos vivían en el caos tras la muerte del rey Uther Pendragón. No había heredero aparente, y los nobles peleaban entre sí por el poder. Entonces, apareció un extraño milagro: en la plaza central, una espada incrustada en una piedra llevaba grabadas estas palabras:
Quien saque esta espada de la piedra será el legítimo rey de Inglaterra.

Durante años, los nobles y caballeros más fuertes intentaron sacar la espada, pero ninguno tuvo éxito. La espada quedó allí, como un recordatorio de que el verdadero rey aún no había llegado.

Un día, un joven llamado Arturo, criado como escudero por un caballero llamado Sir Héctor, acompañó a su hermano adoptivo, Kay, a un torneo en la ciudad. Kay, al darse cuenta de que había olvidado su espada, pidió a Arturo que buscara una para él. Arturo, sin saber qué hacer, vio la espada en la piedra y decidió tomarla. Con un solo movimiento, la sacó sin esfuerzo.

Cuando Arturo llevó la espada, los presentes se dieron cuenta de lo que había hecho. Sorprendidos, exigieron pruebas de su hazaña. Arturo volvió a colocar la espada en la piedra y la retiró frente a todos. Era evidente que Arturo, aunque humilde, era el elegido para gobernar.

Con el tiempo, Arturo fue coronado como rey. Con la ayuda del mago Merlín, construyó un reino justo y próspero. Fundó Camelot y reunió a los caballeros más valientes alrededor de la Mesa Redonda, un símbolo de igualdad y camaradería. Arturo defendió a su pueblo de invasores y monstruos, siempre guiado por su espada mágica, Excalibur, un regalo de la Dama del Lago.

Sin embargo, la vida de Arturo no estuvo exenta de tragedia. La traición de algunos cercanos, como su sobrino Mordred, llevó a una guerra que marcaría el final de su reinado. En su última batalla, Arturo fue mortalmente herido, pero según la leyenda, no murió. Fue llevado a la isla mágica de Ávalon, donde se dice que descansa, esperando el momento en que Britania necesite de nuevo a su verdadero rey.

La historia del Rey Arturo nos recuerda que el verdadero liderazgo surge del corazón noble y el compromiso con la justicia.

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