🎄 El soldadito de plomo ❄️
Hans Christian Andersen

Un soldadito de plomo con una sola pierna vive una gran aventura llena de peligros y desafíos.

Enfrentando corrientes, fuegos y amenazas, descubre el valor de la valentía y el sacrificio. Su amor por una bailarina de papel le da fuerzas para nunca rendirse.

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El soldadito de plomo

Había una vez 25 soldaditos de plomo, todos iguales, con uniformes rojos y azules y un rifle en el hombro. Pero uno era diferente: solo tenía una pierna, porque fue el último que se fabricó, con el plomo sobrante. A pesar de esto, era tan fuerte y valiente como los demás, siempre firme y orgulloso.

El soldadito fue colocado en una mesa junto a una hermosa bailarina de papel. La bailarina tenía un vestido blanco con lentejuelas y se mantenía de puntillas con los brazos elevados. Al soldadito le pareció que ella también tenía una sola pierna, lo que lo hizo sentir una conexión especial. “Es tan delicada y hermosa”, pensó, aunque no se atrevió a hablarle.

Cuando cayó la noche y todos dormían, los juguetes cobraron vida. Un duende de una caja sorpresa se burló del soldadito y le advirtió: “¡Deja de mirar a la bailarina o lo lamentarás!”. Pero el soldadito no se dejó intimidar y permaneció firme en su lugar.

Al día siguiente, por accidente o quizá por la travesura del duende, el soldadito cayó de la ventana a la calle. Desde allí, fue arrastrado por el agua hacia un desagüe. Los niños que lo encontraron lo colocaron en un barquito de papel, y el soldadito navegó por corrientes rápidas y turbulentas, enfrentándose a grandes desafíos. Finalmente, un pez enorme lo tragó. Todo parecía perdido.

Sin embargo, el destino quiso que el pez fuera atrapado y vendido en el mercado. Cuando lo abrieron en la cocina de la misma casa, ¡ahí estaba el soldadito! Volvió a la mesa donde estaba la bailarina. Pero la alegría duró poco. Un niño lo arrojó al fuego de la chimenea por accidente. A pesar de las llamas, el soldadito mantuvo su postura, mirando siempre a la bailarina, quien, impulsada por el viento, también cayó al fuego.

Cuando todo terminó, solo quedó un pequeño corazón de plomo, testigo del amor eterno y del sacrificio del valiente soldadito.

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