Estoy triste (Versión Corta)

Estoy triste (Versión Corta)

En un pequeño pueblo al pie de una montaña mágica vivía Sofía, una niña de cabello castaño y ojos color miel que siempre sonreía. Su alegría era contagiosa, llenaba de luz cada rincón del pueblo y contagiaba a todos con su entusiasmo. Sin embargo, un día, la sonrisa de Sofía se desvaneció. Una profunda tristeza se apoderó de ella, nublando su mirada y apagando su voz.

Sofía no sabía por qué estaba triste. No había pasado nada malo, ni había tenido ninguna pelea con sus amigos. Simplemente, una mañana se despertó con un vacío en el pecho y una sensación de desánimo que la envolvía como una capa invisible.

Preocupada, su madre, Elena, la llevó a dar un paseo por el bosque, un lugar que siempre llenaba a Sofía de paz y alegría. Caminaron entre los árboles centenarios, escucharon el canto de los pájaros y observaron las ardillas corretear por las ramas. Sin embargo, la tristeza de Sofía no se disipaba.

Al llegar a un claro del bosque, se encontraron con una pequeña criatura mágica llamada Lucila. Lucila era un hada del bosque, con alas iridiscentes y una sonrisa radiante. Al ver a Sofía tan triste, se posó sobre su hombro y le preguntó con dulzura:

  • ¿Qué te entristece, pequeña Sofía?

Sofía, con la voz entrecortada, respondió:

  • No lo sé, Lucila. Simplemente estoy triste. No tengo ganas de jugar, ni de cantar, ni de hacer nada.

Lucila, con sabiduría ancestral, comprendió que la tristeza de Sofía era más profunda de lo que aparentaba. Le dijo:

  • La tristeza es una emoción natural, Sofía. A veces llega sin avisar y nos invade como una nube oscura. Lo importante es no dejar que te envuelva por completo.

Lucila le propuso a Sofía un juego mágico. Le dijo que cerrara los ojos y que imaginara el lugar más feliz del mundo para ella. Sofía cerró los ojos y, en su imaginación, se vio en un campo de flores con un cielo azul intenso y un sol radiante. Se sentía libre, feliz y llena de paz.

Lucila, con su magia, convirtió la imaginación de Sofía en realidad. De repente, el claro del bosque se transformó en el campo de flores que Sofía había imaginado. Las flores brotaron a su alrededor, el cielo se tornó azul intenso y el sol brilló con fuerza.

Sofía, al abrir los ojos y ver el lugar mágico que la rodeaba, no pudo evitar sonreír. La tristeza comenzó a disiparse, dando paso a una sensación de alegría y bienestar. Lucila le dijo:

  • La felicidad está dentro de ti, Sofía. Solo necesitas abrir tu corazón y dejar que la magia fluya.

Sofía comprendió que la tristeza era una emoción pasajera y que la verdadera felicidad se encontraba en su interior. A partir de ese día, cada vez que la tristeza amenazaba con nublar su corazón, Sofía recordaba el campo de flores mágico y la lección que Lucila le había enseñado.

La sonrisa de Sofía volvió a iluminar el pueblo, contagiando a todos con su alegría y optimismo. Y así, Sofía, la niña que una vez estuvo triste, aprendió que la magia de la felicidad reside en el corazón de cada uno.

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