La resurrección de Lázaro – Cuento Cristiano Corto
En un pequeño pueblo llamado Betania, a orillas del río Jordán, vivían dos hermanas, Marta y María, junto a su hermano Lázaro. Los tres eran queridos por Jesús, un maestro que viajaba por la región predicando el amor y la bondad de Dios.
Un día, Lázaro enfermó gravemente. Marta y María enviaron un mensaje a Jesús, rogándole que viniera a sanar a su hermano. Pero Jesús no llegó a tiempo. Cuando llegó a Betania, Lázaro ya había muerto y llevaba cuatro días en el sepulcro.
Marta, llena de tristeza y dolor, salió al encuentro de Jesús. «¡Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto!», le dijo con lágrimas en los ojos. Jesús, conmovido por su dolor, le respondió: «Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. ¿Crees esto?».
Marta, con fe en su corazón, respondió: «Sí, Señor, creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo».
Jesús se dirigió al sepulcro, una cueva sellada con una gran piedra. Con voz fuerte, ordenó: «¡Lázaro, sal fuera!». De repente, la piedra se movió y Lázaro, con las manos y los pies vendados y el rostro cubierto con un sudario, salió del sepulcro.
Todos los presentes se quedaron atónitos. Algunos gritaban de alegría, otros lloraban de emoción. Marta y María corrieron a abrazar a su hermano, que había vuelto a la vida.
Este milagro conmovió a todos los que lo presenciaron. Muchos creyeron en Jesús como el Hijo de Dios y Mesías prometido.
Jesús les dijo: «Desátenlo y déjenlo ir». Entonces, Lázaro, libre de las vendas, caminó entre la multitud, un testimonio vivo del poder de Jesús sobre la muerte.
La noticia del milagro se extendió rápidamente por toda la región. Los fariseos, líderes religiosos que no creían en Jesús, se enfurecieron. Temían que el pueblo lo siguiera y lo reconociera como el Mesías. Planearon entonces matar a Jesús y a Lázaro.
Jesús, consciente del peligro, se retiró a un lugar apartado con sus discípulos. Pero la muerte de Lázaro no fue en vano. Su resurrección demostró el poder de Jesús sobre la muerte y fortaleció la fe de sus seguidores.
Este evento también nos enseña que el amor de Dios es más fuerte que la muerte. Jesús venció a la muerte y nos ofrece la vida eterna a través de la fe en él.
Moraleja: Jesús tiene la capacidad de dar vida eterna a quienes creen en él.
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