Amaterasu Omikami: La diosa del Sol que iluminó el mundo | 天照大神

Amaterasu Omikami La diosa del Sol que iluminó el mundo - leyenda japones

En el cielo, donde las nubes danzaban y las estrellas susurraban secretos, vivía Amaterasu Omikami, la diosa del Sol. Su rostro era tan radiante como el alba, sus ojos brillaban con el fulgor del mediodía y su aura dorada iluminaba el mundo con un calor celestial.

Amaterasu Omikami era la diosa más venerada del panteón japonés. Gobernaba el cielo con sabiduría y benevolencia, velando por la prosperidad de la Tierra y la felicidad de sus habitantes.

Un día, su hermano Susanoo no Mikoto, dios del mar y las tormentas, conocido por su carácter turbulento, sembró el caos en el cielo. Destruyó los campos celestiales, contaminó el río celestial y arrojó un caballo desollado al Palacio Celestial.

Amaterasu Omikami, horrorizada por la actitud de su hermano, se refugió en una cueva celestial, Ama no Iwato. Cerró la entrada con una enorme roca, sumiendo al mundo en una oscuridad profunda.

Sin la luz del Sol, las cosechas se marchitaron, las flores se cerraron y el frío se apoderó de la Tierra. Los dioses, preocupados por la supervivencia del mundo, idearon un plan para sacar a Amaterasu Omikami de su escondite.

Uzume, la diosa de la alegría y la danza, ideó un plan ingenioso. Reunió a todos los dioses y organizó una gran fiesta frente a la cueva. Uzume bailó con tal entusiasmo y gracia que su risa resonó en el cielo.

Atraída por el alboroto, Amaterasu Omikami entreabrió la puerta de la cueva. Al ver su reflejo en un espejo mágico, quedó cautivada por su propia belleza. En ese momento, Tajikarao no Mikoto, dios de la fuerza, apartó la roca y la diosa salió de la cueva, iluminando de nuevo el mundo con su radiante luz.

La alegría inundó la Tierra. Las flores se abrieron, las cosechas crecieron y el calor del Sol volvió a dar vida al mundo. Amaterasu Omikami, comprendiendo el dolor que había causado su ausencia, juró no volver a esconderse y proteger siempre la Tierra.

Moraleja:

  • La luz siempre vence a la oscuridad.
  • La alegría y la risa pueden superar cualquier obstáculo.
  • La bondad y la benevolencia son las bases de la paz y la armonía.