El árbol de los corazones (Versión Corta)
En un pequeño pueblo rodeado de bosques frondosos, vivía una niña llamada Valentina. Era una niña curiosa y aventurera, que le encantaba explorar los rincones más escondidos del bosque. Un día, mientras exploraba un nuevo sendero, se encontró con un árbol majestuoso que nunca había visto antes.
El árbol era enorme, con un tronco grueso y ramas que se extendían hacia el cielo como si quisieran tocar las nubes. Lo que más le llamó la atención a Valentina fueron las hojas del árbol: no eran verdes como las de los demás árboles, sino que eran de un color rojo intenso, como corazones palpitantes.
Valentina se acercó al árbol con cautela y tocó una de las hojas rojas. Al instante, sintió una calidez en su corazón y una alegría que nunca antes había experimentado. De repente, una voz suave y melodiosa resonó en su mente:
«Hola, Valentina. Soy el Árbol de los Corazones. He estado esperando tu llegada durante mucho tiempo».
Valentina se quedó atónita. No podía creer que el árbol estuviera hablando con ella.
«¿Cómo es posible que puedas hablar?», preguntó Valentina.
«Soy un árbol mágico», respondió el árbol. «Mi propósito es ayudar a las personas a encontrar el amor verdadero».
Valentina se quedó sin palabras. Ella siempre había soñado con encontrar el amor verdadero, pero nunca había imaginado que un árbol mágico pudiera ayudarla.
«¿Cómo puedes ayudarme a encontrar el amor verdadero?», preguntó Valentina con esperanza.
«El Árbol de los Corazones tiene un poder especial», explicó el árbol. «Puedo ver el corazón de las personas y puedo ayudarte a encontrar a alguien que te ame con todo su corazón».
Valentina estaba emocionada. Sabía que esta era su oportunidad de encontrar el amor verdadero.
«Por favor, ayúdame», le suplicó Valentina al árbol.
El árbol extendió una de sus ramas hacia Valentina y le dijo: «Coge una de mis hojas rojas y ponla en tu corazón».
Valentina obedeció. Tomó una de las hojas rojas del árbol y la colocó sobre su pecho. Al instante, sintió una conexión profunda con el árbol y con el mundo que la rodeaba.
«Ahora, cierra los ojos y concéntrate en el amor que sientes en tu corazón», le dijo el árbol.
Valentina cerró los ojos y se concentró en el amor que sentía. En ese momento, una imagen apareció en su mente: un niño de ojos verdes y sonrisa radiante.
«Ese es el niño que te ama con todo su corazón», dijo el árbol. «Lo encontrarás en el festival del pueblo que se celebra la próxima semana».
Valentina se llenó de alegría. Sabía que había encontrado al amor verdadero.
El día del festival, Valentina se dirigió al pueblo con la esperanza de encontrar al niño de la visión. Lo buscó por todas partes, pero no lo encontró. Desesperada, estaba a punto de irse cuando lo vio: el niño de ojos verdes estaba sentado en un banco del parque, leyendo un libro.
Valentina se acercó a él tímidamente. «Hola», le dijo. «¿Te llamas Adrián?»
El niño la miró sorprendido. «Sí, me llamo Adrián», respondió. «¿Cómo lo sabes?»
«Te vi en una visión», dijo Valentina. «El Árbol de los Corazones me dijo que eras el niño que me ama con todo su corazón».
Adrián sonrió. «Yo también te vi en una visión», dijo. «Sabía que tenía que encontrarte».
Valentina y Adrián se sentaron en el banco y hablaron durante horas. Se dieron cuenta de que tenían mucho en común y que se enamoraban profundamente el uno del otro.
A partir de ese día, Valentina y Adrián fueron inseparables. Se casaron unos años después y vivieron felices para siempre, gracias al Árbol de los Corazones que les había ayudado a encontrar el amor verdadero.