🎄 El Cascanueces y el Rey de los Ratones ❄️
E.T.A. Hoffmann
Clara, una niña curiosa, recibe un mágico cascanueces como regalo. Esa noche, vive una aventura inolvidable enfrentándose al Rey de los Ratones en un mundo encantado.
El Cascanueces y el Rey de los Ratones
Era Nochebuena, y Clara y su hermano Fritz esperaban ansiosos para abrir los regalos bajo el brillante árbol de Navidad. Entre los obsequios, Clara recibió un cascanueces en forma de soldado. Aunque pequeño y sencillo, le pareció maravilloso. Su padrino Drosselmeyer le sonrió misteriosamente. “Es más especial de lo que imaginas”, dijo antes de marcharse.
Esa noche, mientras todos dormían, Clara bajó al salón para ver su cascanueces. De pronto, escuchó un ruido extraño. Los relojes del salón comenzaron a sonar, y algo increíble sucedió: todos los juguetes cobraron vida. A la cabeza de ellos estaba su cascanueces, quien organizaba un ejército para enfrentar a una horda de ratones liderada por el Rey de los Ratones, un monstruo con siete cabezas. El Rey exigía dominar el salón y todos los juguetes. Clara se escondió detrás del árbol mientras la batalla comenzaba.
El ejército de juguetes luchó valientemente, pero los ratones eran demasiados. En un momento desesperado, el cascanueces gritó: “¡Clara, necesitamos tu ayuda!”. Sin pensarlo, Clara lanzó su zapatilla contra el Rey de los Ratones, distrayéndolo el tiempo suficiente para que el cascanueces lo venciera con su espada. Con la victoria asegurada, los juguetes festejaron, y Clara se acercó al cascanueces, que le agradeció con una reverencia.
De repente, el salón desapareció, y Clara fue transportada a un mundo mágico. Había campos de azúcar, ríos de chocolate y un castillo resplandeciente. “Este es el Reino de los Dulces”, explicó el cascanueces, quien ahora era un príncipe. Le contó que estaba bajo un hechizo del Rey de los Ratones y que solo alguien con un corazón valiente podía ayudarlo a romperlo. “Gracias a ti, Clara, soy libre”, dijo el príncipe.
Clara disfrutó de una gran fiesta en el castillo, rodeada de danzas y manjares. Cuando despertó en su cama, tenía al cascanueces en sus brazos. Aunque parecía un sueño, Clara sabía que había vivido una noche mágica que jamás olvidaría.
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