El cascanueces perdido
Cuento Inventado

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En Villa Esperanza, la familia Morales adoraba su cascanueces de madera, Don Castañón, Pero justo antes de Navidad, Don Castañón desapareció misteriosamente, llevando a Clara y Miguel a una emocionante búsqueda por el pueblo, que terminaría reforzando el espíritu navideño y añadiendo un nuevo guardián a su tradición.

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El cascanueces perdido

En el pequeño pueblo de Villa Esperanza, la familia Morales tenía una tradición especial: cada Navidad colocaban un cascanueces de madera en el centro de su sala. Decían que traía buena suerte y protegía la alegría del hogar. Este cascanueces, llamado Don Castañón, tenía un uniforme rojo brillante, un sombrero negro alto y un bigote elegante que lo hacía parecer un verdadero soldado.

Un día antes de Navidad, mientras los Morales terminaban de decorar su casa, un ruido fuerte interrumpió su alegría. ¡Don Castañón había desaparecido!

—¡No puede ser! Siempre está aquí, junto al árbol —dijo Clara, la hija menor.

Toda la familia buscó por la casa, pero no había señales del cascanueces. Afuera, la nieve cubría el pueblo como un manto blanco, y Clara tuvo una idea. —Tal vez Don Castañón salió a buscar aventuras. ¡Vamos a encontrarlo!

Con bufandas, gorros y lámparas, Clara y su hermano Miguel salieron a buscar por el pueblo. Preguntaron al panadero, quien les dijo: —Vi algo rojo cerca del puente del río.

Corrieron al puente y encontraron un pequeño guante rojo. —¡Es parte de su uniforme! —exclamó Miguel. Siguieron las huellas en la nieve hasta la plaza del pueblo, donde estaba el árbol gigante decorado con luces. Allí, el perro de la vecina ladraba emocionado.

—¿Qué sucede, Tobi? —preguntó Clara. El perro saltó hacia un montón de nieve y, con sus patas, desenterró algo: ¡era Don Castañón!

Clara lo abrazó y notó que, aunque su pintura estaba un poco deslucida, seguía sonriendo con su bigote elegante. —Gracias, Tobi —dijo Clara, acariciando al perro.

De regreso a casa, la familia colocó a Don Castañón en su lugar especial junto al árbol. Esa noche, mientras los Morales cantaban villancicos, Clara creyó ver cómo Don Castañón guiñaba un ojo.

Desde entonces, la familia tuvo un nuevo integrante en su tradición: Tobi, quien se convirtió en el guardián del cascanueces, asegurándose de que nunca volviera a perderse en Navidad.

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