El detective Lucas – Cuento Infantil de Misterio

El detective Lucas - Cuento Infantil de Misterio

En el pequeño pueblo de El Sauce, donde las calles eran de tierra y las casas se adornaban con flores de colores, vivía Lucas, un niño de 10 años con una mente brillante y una gran pasión por los misterios. Lucas no era un niño cualquiera, era un detective en ciernes, siempre atento a cualquier pista o indicio que pudiera llevarlo a resolver un caso.

Un día, mientras Lucas paseaba por la plaza del pueblo, se encontró con un grupo de niños que discutían acaloradamente.

«¿Qué pasa?», preguntó Lucas, con su inseparable lupa en mano.

«¡Ha desaparecido la cometa de Tomás!», exclamó Sofía, una de las niñas del grupo.

«¡Era mi cometa favorita!», sollozó Tomás, con los ojos llenos de lágrimas.

Lucas, con su mirada aguda y su mente analítica, se puso en marcha para resolver el misterio. Interrogó a los niños que habían estado jugando con Tomás, examinó la zona donde se había perdido la cometa e incluso buscó huellas en la tierra.

Las pistas lo llevaron a la casa de Don Aurelio, el viejo carpintero del pueblo. Don Aurelio era un hombre solitario y huraño, conocido por su carácter gruñón. Lucas, sin embargo, no se intimidó y llamó a la puerta de su casa.

«¿Puedo hablar con usted, Don Aurelio?», preguntó Lucas con timidez.

Don Aurelio lo miró con recelo, pero finalmente lo dejó entrar. Lucas le explicó lo que había sucedido con la cometa de Tomás y le preguntó si había visto algo extraño.

Don Aurelio se sonrojó y tosió nerviosamente. «Sí, bueno… vi algo», dijo finalmente. «Ayer por la tarde, vi a un niño jugando con una cometa en el bosque.»

Lucas se emocionó. «¿Podría describir al niño?»

«Era un niño alto, con pelo negro y ojos verdes», respondió Don Aurelio. «Llevaba una camiseta roja y pantalones vaqueros.»

Lucas sonrió. ¡Tenía al culpable! Se despidió de Don Aurelio y se dirigió al bosque. Allí, después de una larga búsqueda, encontró al niño que había robado la cometa.

El niño, que se llamaba Javier, se disculpó con Tomás y le devolvió la cometa. «No sabía que era tuya», dijo Javier. «La encontré en el bosque y pensé que era mía.»

Tomás lo perdonó y todos juntos, Lucas, Tomás, Javier y Don Aurelio, se sentaron a jugar con las cometas en el campo.

Lucas había resuelto un nuevo misterio. Una vez más, su astucia y su capacidad de observación le habían permitido llegar a la verdad. Pero lo más importante para Lucas era haber ayudado a Tomás a recuperar su cometa y haber hecho nuevos amigos en el proceso.