El Grúfalo
Cuento Corto
Un ratón astuto engaña a los depredadores del bosque con la historia de un monstruo aterrador llamado Grúfalo, pero pronto descubre que el monstruo es real y aprende a usar su ingenio para salvarse.
El Grúfalo
En un bosque profundo y oscuro, un ratón caminaba en busca de comida. Era pequeño, pero muy listo, y sabía que debía tener cuidado, pues muchos animales querían convertirlo en su almuerzo.
Primero, se encontró con un zorro.
—Hola, ratoncito —dijo el zorro—. ¿Por qué no vienes a cenar conmigo?
El ratón, con una sonrisa, respondió:
—Gracias, pero ya he quedado a cenar con un Grúfalo.
—¿Un Grúfalo? ¿Qué es eso? —preguntó el zorro, intrigado.
—¡Oh, es una criatura terrible! Tiene colmillos afilados, garras enormes y dientes tan grandes que podrían triturar rocas. Y, por cierto, su comida favorita es… ¡zorro asado!
El zorro, aterrorizado, huyó corriendo.
Más adelante, el ratón se cruzó con un búho.
—Ratón, ven a mi nido a cenar —invitó el búho.
Pero el ratón contestó:
—No, gracias. Ya quedé con un Grúfalo.
—¿Un Grúfalo? ¿Qué es eso? —preguntó el búho.
—Es un monstruo enorme con ojos anaranjados, una lengua negra y púas venenosas en la espalda. ¿Sabías que su comida favorita es… ¡búho frito!
El búho, aterrado, voló rápidamente lejos.
Luego, el ratón encontró a una serpiente.
—Ratón, ven a mi casa a cenar —dijo la serpiente.
El ratón sonrió de nuevo.
—No, gracias. Ya quedé con un Grúfalo.
—¿Un Grúfalo? ¿Qué es eso? —preguntó la serpiente.
—Es una criatura horrible con patas enormes y verrugas venenosas. ¿Y su comida favorita? ¡Sopa de serpiente!
La serpiente, temblando, desapareció entre los arbustos.
El ratón, contento de su ingenio, se rió.
—¡Qué fácil es engañar a todos con un Grúfalo inventado! —dijo.
Pero entonces, una sombra gigantesca apareció entre los árboles.
—¡Hola, pequeño ratón! Soy el Grúfalo —gruñó una criatura tal y como la había descrito.
El ratón, aunque asustado, pensó rápido.
—Ah, hola, Grúfalo. ¿Sabías que todos en el bosque me tienen miedo?
—¿A ti? —preguntó el Grúfalo, incrédulo.
—Ven, te lo demostraré —dijo el ratón.
Mientras caminaban, los animales que antes habían querido comerse al ratón huían al ver al Grúfalo.
—¡Es cierto! —dijo el Grúfalo, sorprendido—. ¡El ratón es el animal más temido del bosque!
Cuando el ratón se aseguró de que el Grúfalo estaba confundido, añadió:
—Y ahora, tengo hambre. ¿Sabes cuál es mi comida favorita? ¡Un delicioso Grúfalo estofado!
El Grúfalo, aterrado, corrió sin mirar atrás.
El ratón, ahora completamente seguro, se sentó bajo un árbol y disfrutó de su nuez. Su astucia lo había salvado una vez más, demostrando que el tamaño no importa cuando se tiene ingenio.
Y así, el ratón vivió feliz y tranquilo en el bosque profundo y oscuro.
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