El hombre del saco – Cuento Infantil de miedo

El hombre del saco - Cuento Infantil de miedo

Tomás era un niño travieso, de esos que siempre están buscando problemas. Le encantaba jugar a la pelota en el barro, trepar por los árboles y desafiar las reglas de sus padres. Su madre, cansada de su comportamiento, a menudo lo amenazaba con el hombre del saco.

«Si no te portas bien, vendrá el hombre del saco y te meterá en su saco», le decía con voz grave.

Tomás se reía de la advertencia. No creía en el hombre del saco, ni en ningún otro monstruo. Para él, eran solo historias para asustar a los niños.

Una noche, Tomás se quedó jugando en la sala después de que sus padres lo mandaran a dormir. Estaba absorto en un juego de construcción, ignorando por completo el cansancio que pesaba sobre sus párpados.

De repente, un ruido en la ventana lo sobresaltó. Se quedó inmóvil, con el corazón palpitando en su pecho. Un escalofrío recorrió su cuerpo. Se asomó con cautela y vio una sombra alargada que se movía en la oscuridad.

Era la sombra del hombre del saco.

Tomás se llenó de terror. Sus piernas se negaron a moverse. Quiso gritar, pero el miedo le atenazó la garganta. Se arrastró sigilosamente hacia el sofá y se escondió debajo de él, temblando como una hoja.

El hombre del saco se acercó a la ventana. Tomás podía oír su respiración áspera y el crujir de su ropa. Su mano huesuda se deslizó por el marco de la ventana, buscando a su presa.

Tomás cerró los ojos con fuerza, rezando para que el hombre del saco no lo encontrara. Imaginó su enorme saco negro, listo para tragarlo y llevarlo a un lugar desconocido.

Los minutos se hicieron eternos. Tomás sudaba frío, su corazón latía con fuerza descomunal. De repente, el silencio se apoderó de la habitación. El hombre del saco se había ido.

Tomás esperó unos minutos más, todavía temblando de miedo. Finalmente, se asomó desde su escondite. La sala estaba vacía. La sombra del hombre del saco había desaparecido.

Esa noche, Tomás aprendió una lección que nunca olvidaría. El hombre del saco no era solo un cuento para asustar a los niños. Era real, y podía estar acechando en la oscuridad, esperando para atrapar a los niños desobedientes.

A partir de ese día, Tomás se convirtió en un niño obediente. Se dormía temprano, ayudaba en las tareas de la casa y nunca más desafió a sus padres. El miedo al hombre del saco lo había convertido en un niño bueno.

La historia de Tomás se extendió por todo el pueblo. Los niños ya no se reían de las historias del hombre del saco. Ahora, cuando se portaban mal, sus padres solo tenían que decir: «Cuidado, que viene el hombre del saco», para que obedecieran al instante.

El hombre del saco nunca volvió a ser visto en el pueblo. Pero su leyenda sigue viva, recordándoles a los niños que la desobediencia puede tener un precio aterrador.