El monstruo del desorden – Cuento Infantil de miedo
Daniel era un niño travieso y juguetón, pero tenía un gran problema: no le gustaba recoger sus juguetes. Cada tarde, después de horas de jugar, su habitación se convertía en un auténtico campo de batalla: legos esparcidos por el suelo, peluches amontonados en la esquina y libros formando torres tambaleantes. Su madre le regañaba constantemente, pero Daniel no parecía importarle.
Una noche, después de un día especialmente desordenado, Daniel se metió en la cama y se quedó dormido. De repente, un ruido extraño lo despertó. Se sentó en la cama y miró hacia el suelo. De debajo de la cama, emergió un ser peludo y con muchos ojos que brillaban en la oscuridad. Daniel se quedó petrificado de miedo.
«¡Hola, Daniel!», dijo el monstruo con una voz áspera y gutural. «Soy el monstruo del desorden.»
Daniel no sabía qué decir. El monstruo del desorden continuó: «Me alimento del desorden. Cuanto más desorden hay, más fuerte me vuelvo.»
Daniel miró a su alrededor y vio el caos que reinaba en su habitación. «¡Pero yo no quiero que te vuelvas fuerte!», exclamó.
«Entonces, tendrás que mantener tu habitación ordenada», respondió el monstruo. «Si cada noche recoges tus juguetes, no tendré comida y me iré.»
Daniel comprendió que el monstruo del desorden tenía razón. No quería que el monstruo se quedara en su habitación, ni que se alimentara del desorden. A partir de ese día, Daniel se tomó en serio la tarea de mantener su habitación ordenada. Cada noche, antes de acostarse, recogía sus juguetes y los colocaba en su lugar.
El monstruo del desorden no volvió a aparecer. Daniel había aprendido una lección importante: el orden no solo es agradable a la vista, sino que también puede mantener alejados a los monstruos.
La historia de Daniel y el monstruo del desorden se difundió por el vecindario. Todos los niños la aprendieron y se esforzaron por mantener sus habitaciones ordenadas para evitar la visita del temible monstruo.
Daniel, por su parte, se convirtió en un ejemplo de orden y limpieza. Sus amigos lo admiraban por su capacidad para mantener su habitación impecable, y él siempre estaba dispuesto a ayudarlos a ordenar sus propios espacios.
Y así, el monstruo del desorden fue derrotado por la fuerza del orden y la responsabilidad. Un recordatorio para todos los niños de que la limpieza no solo es importante, sino que también puede ser un escudo contra los peligros que se esconden en la oscuridad.