Cuento «El muerto» de Jorge Luis Borges (Versión Corta)

El Muerto: Un eco de la llanura y la traición

La llanura, ese mar inagotable, resonaba bajo los cascos de los caballos. Benjamín Otálora, un compadrito de los arrabales de Buenos Aires, cabalgaba hacia su destino incierto, perseguido por un pasado de sangre y rencor. La muerte de un hombre en un duelo clandestino lo había obligado a huir de la ciudad, buscando refugio en la inmensidad de la frontera uruguaya.

Su carta de presentación era Azevedo Bandeira, un caudillo local de temperamento sanguinario y poder desmedido. Otálora, con la valentía propia de un hombre acorralado, se presentó ante Bandeira, aceptando las duras condiciones que le impuso el caudillo: convertirse en su hombre de confianza, en su «muerto», en un peón de su juego de poder y violencia.

La vida en las tierras de Bandeira era dura y despiadada. Otálora se vio envuelto en un mundo de contrabando, peleas y rencillas, donde la ley era la fuerza del más fuerte. Sin embargo, a pesar de la brutalidad que lo rodeaba, Otálora encontró una inesperada redención en la figura de Emilia, una mujer de ojos color miel y sonrisa triste, que trabajaba en el prostíbulo regentado por Bandeira.

Emilia era un oasis de bondad en un desierto de crueldad. Otálora, atraído por su belleza serena y su espíritu noble, se enamoró de ella profundamente. Emilia, a su vez, vio en Otálora un alma perdida en busca de redención, y lo acogió con cariño y comprensión.

En medio de la barbarie, un amor puro y sincero floreció entre ellos. Sin embargo, la felicidad de Otálora era frágil e ilusoria. Bandeira, celoso y posesivo, observaba con rencor la relación entre el forastero y su amante. En su mente retorcida, Otálora no era más que un «muerto», una posesión que podía reclamar cuando quisiera.

La víspera de Año Nuevo de 1894, la tensión alcanzó su punto álgido**. Bandeira, ebrio de alcohol y poder, organizó una gran fiesta en su mansión. En medio de la celebración, el caudillo humilló públicamente a Otálora, obligándolo a presenciar cómo besaba a Emilia a la fuerza. La humillación fue insoportable para Otálora, quien sintió que su honor y su amor habían sido pisoteados.

Esa misma noche, Otálora desafió a Bandeira a un duelo. La pelea fue feroz y sangrienta, bajo la luz pálida de la luna. Otálora, impulsado por la ira y el dolor, luchó con la fuerza de un animal acorralado. Finalmente, logró vencer a Bandeira, pero la victoria no tuvo sabor. Otálora había matado una vez más, y esta vez, la muerte había cobrado un precio demasiado alto.

Herido de gravedad, Otálora se desplomó sobre el cuerpo de Bandeira. Emilia, al verlo agonizante, corrió hacia él y lo sostuvo en sus brazos mientras la vida se le escapaba. En sus últimas palabras, Otálora le confesó a Emilia su amor eterno y le pidió perdón por el dolor que le había causado.

Al morir Otálora, un eco de la llanura recorrió la noche. El mar inagotable de la frontera uruguaya había sido testigo de un nuevo drama de violencia y pasión. La historia de Benjamín Otálora, el compadrito convertido en «muerto», quedaría grabada para siempre en la memoria de aquellos que vivieron y lucharon en esa tierra salvaje.

El cuento «El muerto» es una obra maestra de Jorge Luis Borges, que explora temas como la violencia, la traición, el amor y la redención. En un lenguaje poético y evocador, Borges nos sumerge en la cruda realidad de la vida en la frontera argentina, donde la ley del más fuerte impera y la muerte acecha a cada paso. La historia de Otálora es una tragedia conmovedora que nos recuerda la fragilidad de la vida y el poder del amor incluso en las circunstancias más difíciles.