El regalo de nieve
Cuento Inventado

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En el pueblo de Nieveblanca, Emiliano vive una Navidad diferente, marcada por la falta de regalos y grandes cenas.

Sin embargo, un misterioso paquete en el bosque lo lleva a descubrir el verdadero espíritu de la Navidad: compartir amor y generosidad con quienes más lo necesitan.

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El regalo de nieve

En el pueblo de Nieveblanca, había un niño llamado Emiliano que amaba la Navidad, pero este año no se sentía tan alegre. Su papá había perdido su trabajo y no había dinero para regalos ni grandes cenas. “No importa”, dijo su mamá con una sonrisa. “La Navidad es más que regalos. Ya verás que será especial.”

Una mañana, Emiliano salió al bosque cercano para distraerse. El suelo estaba cubierto de nieve brillante, y el aire olía a pino. Caminando entre los árboles, encontró algo extraño: un paquete envuelto en papel rojo con un lazo dorado.

—¿Quién lo habrá dejado aquí? —se preguntó Emiliano, mientras lo levantaba con cuidado. El paquete tenía una pequeña etiqueta que decía: «Para quien más lo necesite».

Emiliano sintió una mezcla de emoción y duda. Miró a su alrededor, pero no había nadie. “Tal vez es para mí… o para alguien más”, pensó. Decidió abrirlo al llegar a casa.

De regreso, vio a su vecina, la señora Ángela, sentada en la entrada de su casa con una manta vieja. Ella vivía sola y siempre tenía frío. “¿Y si el regalo es para ella?”, pensó Emiliano. Sin pensarlo mucho, le ofreció el paquete.

—¡Feliz Navidad, señora Ángela! —dijo Emiliano con una sonrisa.

La señora Ángela lo abrió y encontró un suéter de lana cálido y suave. Sus ojos se llenaron de lágrimas. —Gracias, Emiliano. ¡Qué hermoso regalo!

Al continuar su camino, Emiliano vio a un niño más pequeño llorando porque había perdido su juguete. Emiliano sacó su único trompo del bolsillo y se lo regaló. El niño sonrió tanto que a Emiliano le pareció el mejor regalo del mundo.

Esa noche, cuando Emiliano regresó a casa, su mamá le dio un fuerte abrazo. —Hoy aprendiste el verdadero espíritu de la Navidad, hijo: dar sin esperar nada a cambio.

Al mirar por la ventana, Emiliano vio algo mágico. Las estrellas brillaban más fuerte que nunca, y en el bosque, parecía que alguien había dejado otro paquete rojo. Emiliano sabía que el regalo de la Navidad no estaba en las cosas, sino en compartir amor y alegría.

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