Elmer, el elefante multicolor – Cuento Infantil

En la profundidad de la selva africana, habitaba una manada de elefantes grises como la pizarra. Entre ellos, resaltaba Elmer, un elefante único con un pelaje multicolor: manchas de verde esmeralda, amarillo sol radiante, azul cielo profundo y rojo pasión.

Elmer era diferente, pero también era especial. Su alegría era contagiosa, su humor ingenioso y su bondad inigualable. Le encantaba jugar bromas a sus amigos, inventar historias fantásticas y hacer reír a la manada con sus ocurrencias.

Sin embargo, un día gris se apoderó de Elmer. Se cansó de ser diferente. Observaba a los demás elefantes y anhelaba ser como ellos, tener un pelaje gris simple y ordinario.

«¡No quiero ser diferente!», sollozó Elmer bajo la sombra de un árbol gigante. «Quiero ser como todos los demás.»

De pronto, una ráfaga de viento mágico arremolinó las hojas del árbol y una pequeña hada multicolor, con alas que brillaban como diamantes, apareció frente a él.

«He escuchado tu deseo, Elmer», dijo la hada con una voz melodiosa. «Puedo concederte un cambio, pero recuerda: la magia tiene un precio.»

Elmer, cegado por su deseo de ser normal, no dudó ni un segundo. «Acepto, hada. Hazme igual a los demás.»

La hada agitó su varita mágica y un destello cegador envolvió a Elmer. Cuando la luz se disipó, Elmer ya no era un elefante multicolor. Su pelaje era gris, exactamente como el de todos los demás.

Al principio, Elmer se sintió feliz. Se integró a la manada, jugando y pastando sin ser el centro de atención. Pero la alegría no duró mucho. Extrañaba sus colores vibrantes, su risa contagiosa y las miradas de sorpresa y fascinación que provocaba a su paso.

Un día, mientras observaba un atardecer multicolor, Elmer comprendió su error. La magia le había quitado lo que lo hacía único, especial y valioso.

«¡He cometido un error!», gritó Elmer con desesperación. «¡Quiero ser yo mismo de nuevo!»

Las lágrimas de Elmer corrieron por su pelaje gris, empapando la tierra. De repente, la pequeña hada reapareció.

«He visto tu cambio, Elmer», dijo el hada con compasión. «Has aprendido el valor de ser diferente. La magia puede ayudarte a recuperar tus colores, pero la decisión final es tuya.»

Elmer no dudó esta vez. «Quiero ser yo mismo, con mis colores y mi alegría», dijo con firmeza.

La hada sonrió y con un toque de su varita mágica, los colores vibrantes de Elmer regresaron. Su pelaje volvió a ser un mosaico de verde, amarillo, azul y rojo.

Elmer, rebosante de alegría, corrió por la selva. Jugó con sus amigos, inventó historias y contagió a la manada con su risa multicolor.

Desde ese día, Elmer comprendió que ser diferente no era un defecto, sino un regalo. Su magia interior iluminaba la selva y contagiaba alegría a todos los que lo rodeaban.

Elmer, el elefante multicolor, se convirtió en un símbolo de aceptación, diversidad y alegría en la selva africana. Su historia se transmitió de generación en generación, recordándoles a todos que la verdadera belleza reside en la individualidad y la autenticidad de cada ser.

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