👸🏻 El Cuento de la Bella y la Bestia 👸🏻
Versión Corta
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Sumérgete en un cuento encantador sobre el amor verdadero, la valentía, y el poder de mirar más allá de las apariencias.
La Bella y la Bestia Cuento Corto
Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas, una joven llamada Bella. Bella era alegre y curiosa, y pasaba sus días leyendo libros de aventuras. Todos en el pueblo la conocían, y aunque algunos la consideraban algo «rara» por preferir la lectura a las fiestas, a Bella no le importaba. Ella soñaba con vivir una gran aventura, una que fuera tan mágica como los cuentos que leía.
Un día, su padre, un inventor amable y algo despistado, salió de viaje y se perdió en el bosque. Mientras buscaba refugio, llegó a un castillo enorme y oscuro. Al entrar, lo recibieron objetos que, para su sorpresa, ¡hablaban! Un candelabro llamado Lumière, un reloj gruñón llamado Din Don y una tetera amable, la Señora Potts, le dieron la bienvenida. Pero, de repente, apareció una gran figura en la oscuridad… ¡una Bestia de aspecto feroz!
—¿¡Quién se atreve a entrar en mi castillo!? —rugió la Bestia.
Aterrorizado, el padre de Bella intentó escapar, pero la Bestia lo tomó prisionero. Cuando Bella se enteró, corrió al castillo sin pensarlo dos veces y, al encontrar a su padre en una celda, decidió hacer un trato con la Bestia.
—Déjalo libre, por favor. Quédate conmigo en su lugar —dijo Bella con valentía, mirando a los ojos de la Bestia.
Sorprendido por su valentía, la Bestia aceptó. Y así, Bella comenzó a vivir en el castillo encantado, rodeada de extraños y simpáticos objetos que parecían siempre listos para hacerla sonreír.
Al principio, la Bestia era brusco y malhumorado. No estaba acostumbrado a tener compañía, y menos a alguien tan curioso como Bella. Pero, a medida que pasaba el tiempo, Bella empezó a descubrir que, aunque la Bestia parecía aterrador, tenía un corazón amable y generoso. Él, a su vez, veía en Bella una luz que le hacía desear ser alguien mejor.
—¿Te gustaría ver algo especial? —le preguntó la Bestia un día, llevándola a una enorme biblioteca llena de libros de todas las épocas y mundos.
—¡Es la biblioteca más hermosa que he visto! —exclamó Bella, maravillada.
La Bestia sonrió, feliz de ver la alegría en sus ojos. Desde ese día, Bella y la Bestia comenzaron a pasar más tiempo juntos, compartiendo lecturas, paseos por el jardín y cenas en las que Lumière y Din Don hacían todo lo posible para que el castillo pareciera más alegre.
Una noche, mientras bailaban en el gran salón iluminado por candelabros dorados y bajo una estrella que parecía brillar solo para ellos, Bella comenzó a ver a la Bestia de otra manera. Era como si ya no viera sus colmillos ni su pelaje espeso; en su lugar, veía un amigo, alguien noble y bondadoso.
—Gracias por todo, Bella —dijo la Bestia suavemente—. No sabes lo que tu presencia significa para mí.
Pero Bella también extrañaba a su padre. Al ver la tristeza en sus ojos, la Bestia decidió hacer un último acto de generosidad.
—Vuelve con él. No quiero que te quedes aquí si eso te hace infeliz —le dijo, entregándole un espejo mágico para que siempre pudiera ver el castillo.
Bella partió, agradecida pero triste, prometiendo regresar algún día. Sin embargo, en el pueblo, el malvado Gastón había convencido a todos de que la Bestia era un monstruo peligroso y que debía ser eliminado. Acompañado por los aldeanos, marcharon al castillo con antorchas y armas.
Bella se dio cuenta del peligro y corrió de regreso para advertir a la Bestia. Pero ya era demasiado tarde; Gastón y la Bestia se enfrentaron en una terrible batalla. La Bestia estaba herida y débil cuando, en el último momento, Bella gritó:
—¡No, Bestia! ¡Te quiero!
En ese instante, el último pétalo de una rosa mágica cayó, y el hechizo que rodeaba al castillo se rompió. La Bestia comenzó a transformarse, sus garras se desvanecieron, y pronto, en su lugar, estaba un apuesto príncipe.
—Bella, gracias por ver en mí más allá de mi apariencia —dijo el príncipe, tomando su mano con ternura.
Todos en el castillo volvieron a su forma humana y celebraron la magia del amor verdadero, ese que ve el corazón y no el exterior. Bella y el príncipe vivieron felices para siempre, recordando que el verdadero amor nace en el alma, y que las apariencias pueden engañar.
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Preguntas Frecuentes
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La moraleja del cuento de La Bella y la Bestia es que la verdadera belleza está en el interior. La historia enseña a los niños a mirar más allá de las apariencias y valorar la bondad, la valentía y la generosidad en las personas.
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