La lágrima que se convirtió en flor (Versión Corta)

En un pequeño pueblo al pie de una montaña vivía una niña llamada Luna. Era una niña alegre y risueña, con un corazón tan puro como el cristal. Un día, mientras caminaba por el bosque, se encontró con un hada que lloraba desconsoladamente.

Luna se acercó al hada y le preguntó qué le pasaba. El hada le contó que había perdido su varita mágica, sin la cual no podía hacer hechizos ni ayudar a los demás. Luna, conmovida por la tristeza del hada, decidió ayudarla a buscar la varita.

Las dos amigas buscaron por todo el bosque, entre las ramas de los árboles, bajo las piedras y en las flores. Pero la varita no aparecía. Luna, cansada y desanimada, se sentó en una roca y comenzó a llorar.

En ese momento, una de sus lágrimas cayó al suelo y, en lugar de secarse, se convirtió en una hermosa flor. La flor era de color azul intenso, como el cielo, y brillaba con una luz mágica.

Luna y el hada se miraron con sorpresa. El hada, emocionada, le dijo a Luna: «¡Tu lágrima ha creado una flor mágica! Esta flor tiene el poder de conceder un deseo».

Luna, sin dudarlo, deseó que el hada recuperara su varita mágica. Al instante, la flor brilló con más intensidad y una pequeña varita apareció en el centro de la misma. El hada, llena de alegría, agradeció a Luna por su bondad y le dijo:

«Gracias a ti, he recuperado mi varita. Pero tu bondad es aún más mágica que la flor. Te regalo este amuleto para que siempre recuerdes que tu corazón tiene el poder de crear cosas maravillosas».

El hada le dio a Luna un amuleto en forma de corazón y luego se despidió, volando hacia el bosque. Luna se quedó con la flor en la mano y el amuleto colgando de su cuello. A partir de ese día, Luna siempre sonreía cuando veía la flor, porque sabía que su corazón era capaz de hacer cosas mágicas.

Moraleja: La bondad del corazón tiene el poder de crear cosas hermosas y mágicas.