La oveja perdida
Cuento Corto
En un apacible campo, un pastor demostró que el amor y el cuidado por cada uno de sus animales era incondicional. Esta es la historia de La Oveja Perdida, una parábola basada en el mensaje de Jesús sobre el amor y la importancia de cada individuo.
La oveja perdida
Había una vez un pastor que cuidaba un rebaño de cien ovejas en verdes pastos. Cada día las llevaba a pastar, las protegía de los lobos y las contaba al regresar al redil. El pastor amaba a todas sus ovejas, pero había una que era especialmente inquieta y curiosa. Siempre estaba explorando y alejándose del rebaño.
Una tarde, al llevarlas de vuelta al redil, el pastor contó a sus ovejas como de costumbre.
—Noventa y siete, noventa y ocho, noventa y nueve… —se detuvo. Había una oveja faltante.
—¿Dónde está la número cien? —pensó con preocupación. Miró alrededor y se dio cuenta de que la pequeña oveja curiosa no estaba en el grupo.
Aunque ya estaba oscureciendo y era peligroso salir, el pastor no dudó. Dejó a las noventa y nueve ovejas seguras en el redil y salió a buscar a la oveja perdida.
—¡Ovejita! —llamó mientras caminaba entre los arbustos y los senderos del campo.
La oveja, sin darse cuenta del peligro, había seguido un camino que la llevó lejos del rebaño. Pronto se dio cuenta de que estaba sola y comenzó a balar, asustada.
—¡Beee! ¡Beee! —llamaba, pero no sabía cómo regresar.
El pastor, guiado por los débiles balidos, atravesó espinas, cruzó un riachuelo y subió una colina hasta encontrarla atrapada en unos arbustos.
—¡Te encontré, pequeña! —exclamó con alegría.
El pastor liberó a la oveja, la cargó en sus hombros y la llevó de vuelta al redil. Al llegar, llamó a sus vecinos y dijo:
—¡Alégrense conmigo! He encontrado a mi oveja perdida.
Jesús contó esta historia para enseñar que cada persona es importante para Dios, y que su amor por nosotros es tan grande que nunca dejará de buscarnos, incluso cuando nos alejamos.
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