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La sirenita que quería ser humana
Cuento Corto

El elefante que soñaba con volar - Cuento Infantil Corto

Una joven sirena llamada Marelia sueña con convertirse en humana para explorar el mundo de los hombres. Aprende que el amor propio y la aceptación son más importantes que cualquier transformación.

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La sirenita que quería ser humana

En un reino submarino lleno de luces y colores vivía Marelia, una joven sirena que soñaba con el mundo humano. Pasaba horas mirando la superficie, fascinada por los barcos y las personas que veía desde lejos.
—¿Por qué quieres ser humana? —le preguntaba Nilo, su amigo caballito de mar.
—Porque quiero correr, bailar y sentir el sol en mi piel —respondía Marelia con una sonrisa soñadora.

Un día, mientras exploraba un viejo barco hundido, Marelia encontró un espejo brillante. Al tocarlo, una voz misteriosa le susurró:
—Si deseas ser humana, busca a la Hechicera del Mar. Ella tiene el poder de cumplir tu deseo.

Decidida, Marelia nadó hasta la cueva oscura donde vivía la hechicera. La criatura, con ojos profundos como el abismo, sonrió al verla.
—Puedo darte piernas humanas, pero todo tiene un precio. Deberás entregarme tu voz. Sin ella, no podrás hablar ni cantar. Si no logras el beso de amor verdadero en tres días, volverás al mar para siempre.

Marelia, llena de esperanza, aceptó. Al beber la poción, su cola se transformó en piernas. Con esfuerzo, llegó a la orilla, donde un joven llamado Dario la encontró. Marelia no podía hablar, pero su bondad y sonrisa cautivaron al humano, quien la llevó a su aldea.

Durante tres días, Marelia vivió aventuras increíbles. Aprendió a caminar, bailó bajo las estrellas y disfrutó del mundo humano. Aunque no podía hablar, su alegría era contagiosa. Sin embargo, Marelia comenzó a extrañar el océano y su voz, sintiéndose incompleta.

La noche antes de que el hechizo terminara, Marelia reflexionó. Aunque amaba a Dario, comprendió que cambiar quién era no la hacía feliz. Decidió regresar al mar. Cuando sus piernas se convirtieron de nuevo en cola, sintió alivio.
—No necesito ser humana para ser especial —se dijo.

De vuelta en el océano, Marelia compartió sus aventuras con orgullo, sabiendo que el verdadero amor comienza con aceptarse a uno mismo. Y desde entonces, fue la sirena más feliz de su reino.

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