Las tres truchas
Cuento Corto

Las tres truchas - Cuento Infantil de miedo
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En un río cristalino cerca de un pueblo, se decía que tres truchas doradas aparecían bajo la luz de la luna llena. La leyenda contaba que guardaban un secreto valioso, pero solo los valientes podían descubrirlo. Esta es la historia de Las Tres Truchas.

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Las tres truchas

Una noche, Tomás, un niño curioso que amaba pescar, decidió comprobar si las historias sobre las truchas doradas eran reales. Armado con una caña de pescar y una linterna, caminó hasta el río. Al llegar, la luna llena iluminaba el agua, y en la superficie, tres truchas doradas nadaban en círculo, como si bailaran.

—No puede ser… —susurró Tomás, maravillado.

Las truchas parecían notar su presencia, y de repente, una voz resonó en el aire:
—¿Eres tú quien nos busca?

Tomás, asustado pero intrigado, respondió:
—Sí, quiero saber la verdad sobre ustedes.

Las truchas dejaron de nadar en círculo y se colocaron frente a él. La más grande habló:
—Somos las guardianas de este río y de un tesoro escondido bajo sus aguas. Pero no todos pueden acceder a él. Antes debes superar una prueba.

—¿Qué prueba? —preguntó Tomás, sintiendo una mezcla de miedo y emoción.

La trucha dorada señaló un punto del río donde la corriente era más fuerte.
—En el fondo de este lugar hay una llave. Si puedes alcanzarla sin dañar el río ni las criaturas que lo habitan, el tesoro será tuyo.

Tomás dejó su caña de pescar y entró al agua. La corriente era poderosa, y el fondo estaba lleno de rocas resbaladizas. Con paciencia y cuidado, movió las piedras, buscando la llave. Finalmente, sus dedos tocaron algo metálico: una pequeña llave dorada.

Cuando salió del agua, las truchas lo observaban con aprobación.
—Eres digno —dijeron al unísono—. Sigue la luz de la luna y encontrarás el cofre.

Siguiendo las instrucciones, Tomás llegó a una cueva oculta junto al río. Dentro encontró un cofre lleno de monedas antiguas y piedras preciosas. Sin embargo, las truchas dejaron una última advertencia:
—Comparte lo que has encontrado y nunca olvides respetar el río.

Tomás regresó al pueblo y usó el tesoro para ayudar a su comunidad. Aunque nunca volvió a ver a las truchas, siempre recordó la noche en que aprendió que la generosidad y el respeto son los mayores tesoros de todos.

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