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Un hogar para Luna
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Un hogar para Luna - Cuento Infantil Corto

En un pequeño pueblo rodeado de colinas, una perrita llamada Luna vivió la más emocionante de las aventuras en su búsqueda de un lugar donde pertenecer. Así comienza la historia de Un hogar para Luna.

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Un hogar para Luna

Luna era una pequeña perrita de ojos brillantes y cola siempre en movimiento. Vagaba por las calles del pueblo de San Estrella, buscando comida y un lugar para refugiarse. Aunque la gente del pueblo la miraba con ternura, nadie parecía tener espacio para adoptarla.
—Pobre Luna —decían algunos—. Es tan dulce, pero todos aquí ya tienen demasiados animales.

Un día, mientras exploraba las afueras del pueblo, Luna encontró un grupo de niños jugando en un campo. Se unió a ellos, persiguiendo la pelota y saltando entre las risas. Los niños la adoraron de inmediato y quisieron llevársela a casa. Pero al llegar, sus padres les explicaron que no podían quedarse con otro perro.
—Lo siento, pequeños, pero Luna tendrá que buscar otro hogar —dijeron con tristeza.

Luna, aunque desanimada, nunca dejó de mover su cola. Esa noche, mientras dormía bajo un viejo árbol, escuchó un ruido extraño. Se levantó y vio una luz parpadeante proveniente de una casa abandonada cerca del bosque. Intrigada, Luna se acercó sigilosamente.

Al entrar, encontró a una anciana llamada Doña Clara, quien vivía sola con algunos gatos y gallinas.
—¿Qué haces aquí, pequeña? —preguntó Doña Clara, sorprendida.
Luna, emocionada, movió la cola y se acurrucó junto a sus pies. La anciana sonrió.
—Parece que te gusta este lugar. Supongo que no me vendría mal algo de compañía.

Los días pasaron, y Luna se convirtió en la fiel compañera de Doña Clara. La ayudaba a cuidar de las gallinas y la seguía mientras recolectaba hierbas del bosque. Aunque su hogar era humilde, Luna finalmente encontró un lugar lleno de amor.

Cuando los niños del pueblo supieron que Luna había encontrado a Doña Clara, comenzaron a visitarlas. Con el tiempo, aquella casa abandonada se llenó de risas y vida. Luna no solo había encontrado un hogar, sino también una familia que la quería.

Desde entonces, Luna nos enseña que un hogar no es un lugar grande o perfecto, sino donde se siente el calor del amor.

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