El Diluvio de Kun Apanane (Warao)
Leyenda Corta

El nahual y el niño - Cuento Infantil Mexicano

En la mitología de los Warao, pueblo indígena del delta del Orinoco, se cuenta la poderosa leyenda de Kun Apanane, el dios del agua.

Este relato narra cómo un gran diluvio transformó la tierra, enseñando a los hombres a respetar la naturaleza. A través de esta historia, se transmite un mensaje de armonía y cuidado por el mundo que nos rodea.

El diluvio Kun Apanane (Warao)

Hace mucho tiempo, en las tierras del delta del Orinoco, vivían los Warao, un pueblo indígena que respetaba la naturaleza y agradecía sus bendiciones. Pero un día, los hombres comenzaron a olvidar las enseñanzas de sus ancestros. Talaban árboles sin necesidad, contaminaban los ríos y cazaban más animales de los que podían comer. Esto despertó la ira de Kun Apanane, el dios del agua, quien protegía la armonía de la naturaleza.

Kun Apanane decidió darles una lección. Una noche, el cielo se oscureció de repente. Nubes negras cubrieron la luna y las estrellas, mientras un viento fuerte comenzó a soplar. Las primeras gotas de lluvia cayeron, suaves al principio, pero pronto se convirtieron en un torrente. Los ríos se desbordaron y el agua empezó a cubrir todo: las aldeas, los árboles y los cultivos. Era un diluvio como nunca antes habían visto.

Los Warao intentaron salvarse. Algunos buscaron refugio en las montañas, otros subieron a las copas de los árboles más altos. Pero el agua seguía subiendo y parecía no tener fin. La gente, aterrorizada, comprendió que este castigo venía de Kun Apanane. Entonces, un anciano del pueblo, sabio y respetado, les pidió que se unieran para pedir perdón.

Con el corazón lleno de arrepentimiento, los Warao elevaron sus voces al cielo y suplicaron al dios del agua. “Kun Apanane, perdónanos por haber olvidado el equilibrio de la vida. Prometemos respetar la tierra, los ríos y todo lo que nos has dado”.

Kun Apanane, al escuchar las sinceras palabras del pueblo, decidió detener el diluvio. Las nubes se disiparon, el sol volvió a brillar y el agua comenzó a retirarse lentamente. La tierra quedó limpia, como si el diluvio hubiera borrado los errores del pasado.

Desde ese día, los Warao nunca olvidaron las palabras de Kun Apanane. Enseñaron a sus hijos a respetar la naturaleza y a vivir en equilibrio con el mundo. Y siempre que veían al río fluir tranquilo, recordaban que Kun Apanane vigilaba desde lo alto, asegurándose de que su promesa se cumpliera.

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