El misterio del perro fantasma
Cuento Corto
En un pequeño pueblo rodeado de colinas, los vecinos hablaban de un misterioso perro fantasma que aparecía en las noches de luna llena. ¿Era una leyenda o había algo más detrás de las apariciones? Así comienza la historia de El misterio del perro fantasma.
El misterio del perro fantasma
En el pueblo de Santa Bruma, la gente siempre hablaba de un perro blanco que aparecía por las noches en el viejo cementerio. Algunos decían que su ladrido resonaba como un eco lejano, mientras otros aseguraban haber visto sus ojos brillantes entre las lápidas. Los niños lo llamaban Fantasma, y aunque nadie había logrado acercarse a él, su historia llenaba el pueblo de misterio.
Una noche, Lucía, una niña curiosa, decidió descubrir la verdad. Armada con una linterna y acompañada de su fiel perro, Rufi, se dirigió al cementerio bajo la luz de la luna llena.
—No tengas miedo, Rufi —susurró—. Si el perro fantasma existe, lo encontraremos.
Cuando llegaron, el lugar estaba en silencio. Las lápidas brillaban bajo la luz plateada, y la niebla cubría el suelo como un manto. De repente, Rufi comenzó a ladrar, mirando hacia una esquina oscura del cementerio. Lucía apuntó con su linterna y vio una figura blanca que se movía entre las sombras.
Con cuidado, Lucía se acercó, pero la figura desapareció detrás de una lápida.
—¿Quién está ahí? —preguntó con valentía.
En ese momento, un suave ladrido rompió el silencio. Lucía siguió el sonido hasta un pequeño refugio hecho con ramas y hojas. Allí, acurrucado, estaba un perro blanco, delgado y tembloroso.
—¿Eres tú, Fantasma? —preguntó Lucía mientras el perro la miraba con ojos brillantes.
El perro no era un fantasma, sino un animal abandonado que había encontrado refugio en el cementerio. Lucía sintió lástima por él y, junto con Rufi, lo llevó a casa. Al día siguiente, contó al pueblo lo que había descubierto.
—El perro fantasma no es más que un amigo perdido que necesita nuestra ayuda.
Los vecinos, conmovidos, ayudaron a cuidar del perro blanco, que pronto se convirtió en parte del pueblo. Aunque su aspecto seguía siendo misterioso, su historia dejó de ser de miedo para convertirse en un símbolo de compasión.
Así, el perro fantasma encontró un hogar y demostró que a veces los misterios esconden segundas oportunidades.
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