El dedo gordo peludo – Cuento Infantil de miedo
En un pequeño pueblo costero vivía un niño llamado Tomás. Era un niño inquieto y aventurero, con una gran fascinación por las historias de miedo que le contaba su abuela. Una de sus favoritas era la del «dedo gordo peludo», una criatura monstruosa que habitaba en la playa y que se alimentaba de niños desobedientes.
Un día, mientras Tomás exploraba las rocas de la playa, encontró una extraña raíz que sobresalía de la arena. Era gruesa y nudosa, con pelos negros y ásperos que le recordaban la descripción del dedo gordo peludo. Intrigado, Tomás comenzó a cavar para descubrir qué había debajo.
De repente, la raíz se movió. Tomás dio un salto hacia atrás, aterrado. La raíz se levantó del suelo, revelando una criatura grotesca con un solo ojo gigante y una boca llena de dientes afilados. Era el dedo gordo peludo, tal como lo describía la historia de su abuela.
La criatura rugió y se lanzó hacia Tomás. El niño corrió tan rápido como pudo, con el monstruo pisándole los talones. Podía sentir su aliento fétido en la nuca y el roce de sus dedos peludos rozando su ropa.
Tomás llegó a un callejón sin salida y se acurrucó en el suelo, temblando de miedo. El dedo gordo peludo se alzaba sobre él, listo para atraparlo.
Justo en ese momento, Tomás recordó algo que su abuela le había dicho: la única forma de escapar del dedo gordo peludo era mostrarle valentía.
Tomás se levantó, se enfrentó a la criatura y le gritó con todas sus fuerzas: ¡No me tengas miedo! ¡Yo no te tengo miedo a ti!
El dedo gordo peludo rugió de nuevo, pero esta vez con sorpresa. Nunca antes un niño se había enfrentado a él.
Tomás aprovechó la confusión del monstruo y corrió hacia la casa de su abuela. La criatura lo persiguió durante un tiempo, pero finalmente se rindió y desapareció en la oscuridad.
Tomás llegó a casa sano y salvo, pero con el recuerdo del dedo gordo peludo grabado en su memoria. Nunca volvió a desobedecer a su abuela y siempre se mantuvo alejado de la playa por la noche, por miedo a volver a encontrarse con la criatura.
En el pueblo, la historia de Tomás se convirtió en una leyenda. Los niños aprendieron a obedecer a sus padres y a no acercarse a la playa por la noche, por temor al terrible dedo gordo peludo.
Aunque nadie volvió a ver a la criatura, su leyenda sigue viva en el pueblo costero. Un recordatorio para todos los niños de que la desobediencia puede tener un precio aterrador.