La cigarra y la hormiga (Versión Corta)

La cigarra y la hormiga

En un bosque encantado, donde las ardillas danzaban entre las ramas y las luciérnagas tejían alfombras de luz, vivía una cigarra llamada Clarita. Era una artista nata, con una voz melodiosa que encantaba a todos los habitantes del bosque. Clarita podía pasar horas cantando bajo el sol, creando melodías que vibraban en la armonía del bosque.

En la misma rama, vivía una hormiga llamada Olivia, una criatura diligente y previsora. Olivia trabajaba sin descanso, recolectando provisiones para el invierno. Observaba a Clarita con cierta preocupación, inquieta por su falta de previsión.

Un día, mientras Clarita entonaba una canción alegre, Olivia se le acercó y le dijo:

  • Clarita, querida amiga, deberías dejar de cantar y empezar a recolectar comida para el invierno. Si no lo haces, te quedarás sin nada cuando llegue el frío.

Clarita, sin comprender la preocupación de Olivia, respondió con una sonrisa:

  • No te preocupes, Olivia. El invierno está muy lejos. Hay tiempo suficiente para recolectar comida. Además, yo prefiero disfrutar del presente y cantar para alegrar a todos.

Olivia, sin poder convencerla, se dedicó a su trabajo con más ahínco. Reunió frutos secos, semillas y miel, almacenando todo en su hormiguero, un palacio subterráneo de provisiones.

Los días se convirtieron en semanas y las semanas en meses. El verano llegó a su fin y las hojas comenzaron a caer de los árboles, anunciando la llegada del frío.

Clarita, al ver que el invierno se aproximaba, comenzó a sentir una punzada de preocupación. Ya no había flores en las que bailar ni frutos en los que cantar. Se encontraba desamparada y sin provisiones.

Recordando las palabras de Olivia, Clarita se dirigió al hormiguero con timidez. Olivia, al verla, la recibió con compasión. Le compartió su comida y le ofreció un lugar cálido para refugiarse del frío.

Clarita, avergonzada por su falta de previsión, aprendió una valiosa lección: la importancia de la responsabilidad y el trabajo duro. A partir de ese día, Clarita dedicó parte de su tiempo a trabajar junto a Olivia, recolectando y almacenando provisiones.

Sin embargo, Clarita no podía dejar de lado su pasión por la música. Un día, mientras ayudaba a Olivia a recolectar frutos secos, comenzó a cantar una canción alegre. Olivia, conmovida por la melodía, se detuvo y la escuchó con atención.

Al terminar la canción, Olivia le dijo:

  • Clarita, tu voz es un regalo mágico. No debes dejar de cantar. Podemos encontrar una forma de combinar tu pasión por la música con la responsabilidad del futuro.

Juntas, idearon un plan. Durante el verano, Clarita compartiría su música con el bosque, llenándolo de alegría y armonía. Pero también dedicaría tiempo a trabajar junto a Olivia, recolectando provisiones para el invierno.

De esta manera, Clarita se convirtió en la cantante del bosque. Cada día, después de trabajar con Olivia, subía a la rama más alta y entonaba canciones que celebraban la belleza de la naturaleza y la alegría de la vida. Su música era tan hermosa que incluso los animales más salvajes se detenían a escucharla.

La historia de Clarita y Olivia se transmitió de generación en generación, recordándole a todos que la verdadera felicidad reside en el equilibrio entre el disfrute del presente y la responsabilidad del futuro. Y así, la cigarra y la hormiga, a pesar de ser tan diferentes, se convirtieron en un símbolo de la armonía y la cooperación.

Valor: Responsabilidad