El fantasma del colegio
Cuento Corto

En un viejo colegio que llevaba más de cien años en pie, los estudiantes decían escuchar pasos en los pasillos vacíos y risas suaves en la biblioteca por las noches. Nadie sabía si las historias eran reales… hasta que un grupo de niños decidió averiguarlo.
El fantasma del colegio
El colegio San Cristóbal era antiguo, con paredes de ladrillo cubiertas de musgo y un campanario que resonaba cada hora. Los rumores de un fantasma habían circulado durante años. Se decía que una niña, llamada Elena, había desaparecido misteriosamente hace mucho tiempo y que su espíritu nunca había abandonado el lugar.
Una noche, durante una excursión escolar, Ana, Diego y Clara decidieron quedarse despiertos para investigar. Habían escuchado a los profesores decir que en la biblioteca, después de medianoche, se escuchaban pasos y susurros.
—Si hay un fantasma, lo encontraremos —dijo Ana, tratando de ocultar su miedo.
Con linternas en mano, los tres amigos entraron a la biblioteca. Todo estaba en silencio, pero de repente, un libro cayó al suelo desde una estantería. Diego se acercó a recogerlo y vio que era un viejo cuaderno de registro, lleno de nombres y fechas.
—Miren esto —susurró—. Aquí está el nombre de Elena.
Antes de que pudieran hojear más páginas, una ráfaga de aire helado apagó sus linternas. Un leve susurro llenó la sala.
—¿Quién está ahí? —preguntó Clara, con la voz temblorosa.
De entre las sombras apareció una figura translúcida, una niña con un vestido antiguo y ojos tristes. Era Elena.
—¿Por qué están aquí? —preguntó el fantasma con voz suave.
Los niños, aunque asustados, escucharon su historia. Elena les contó que había perdido algo importante, un collar que llevaba el día que desapareció. Sin él, no podía descansar en paz.
—Está en algún lugar de este colegio. Ayúdenme, por favor.
Decididos a ayudar, los niños buscaron por todas partes y, finalmente, encontraron el collar en un rincón olvidado del almacén del colegio. Cuando se lo entregaron a Elena, ella sonrió por primera vez.
—Gracias… ahora puedo irme.
Con una luz suave, Elena desapareció, y desde esa noche, nunca más se escucharon pasos ni susurros en el colegio. Pero Ana, Diego y Clara nunca olvidaron la noche en que ayudaron al fantasma del colegio a encontrar la paz.
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