El misterio del perro fantasma – Cuento Infantil de Misterio

El misterio del perro fantasma - Cuento Infantil de Misterio

En Ratonia, la ciudad natal de los ratones más famosos del mundo, donde el queso era el manjar más preciado y las bibliotecas rebosaban de libros deliciosos, vivía Geronimo Stilton, un reconocido periodista y escritor. Geronimo no era un ratón común, era un detective aficionado que siempre estaba dispuesto a resolver los misterios que intrigaban a la comunidad ratonil.

Un día, mientras Geronimo disfrutaba de un trozo de queso Gruyère en su acogedor despacho, recibió una llamada urgente de su sobrina Tea Stilton.

«¡Tío Geronimo, necesito tu ayuda!», exclamó Tea con voz temblorosa. «Ha aparecido un perro fantasma en el parque de la ciudad y está asustando a todos los ratones.»

Geronimo, intrigado por el misterio, no dudó en aceptar el caso. Junto a Tea y sus inseparables amigos, Trapito, Benjamín y Pandora, se dirigió al parque para investigar el fenómeno.

Al llegar al parque, el ambiente era lúgubre. Los ratones se escondían en sus madrigueras, temerosos del perro fantasma que, según decían, vagaba por las noches aullando de forma aterradora.

Geronimo, con su astucia y su olfato periodístico, comenzó a buscar pistas. Examinó las huellas en la tierra, interrogó a los testigos y revisó los archivos de la biblioteca municipal.

Las pistas lo llevaron a la vieja mansión abandonada que se encontraba al final del parque. Se decía que esa mansión estaba embrujada por el fantasma de un perro que había muerto hace muchos años.

Geronimo, acompañado por sus amigos, decidió entrar a la mansión para enfrentar al perro fantasma. La oscuridad reinaba en el interior, y solo se escuchaban sus propios latidos y el eco de sus pisadas.

De repente, un aullido escalofriante resonó en la mansión. Geronimo y sus amigos se encontraron cara a cara con el perro fantasma, un enorme y peludo animal que brillaba con una luz tenue.

Geronimo, sin perder la calma, encendió su linterna y descubrió la verdad. El perro fantasma no era un fantasma, sino un perro callejero que había sido pintado con pintura fluorescente por unos niños traviesos.

Los niños, al verse descubiertos, se disculparon con todos por el susto que habían causado. Geronimo les explicó que no hay que tener miedo a lo desconocido y que siempre es mejor investigar antes de sacar conclusiones precipitadas.

El misterio del perro fantasma se resolvió. La paz volvió al parque de Ratonia y los ratones pudieron disfrutar de nuevo de sus juegos y actividades al aire libre.

Geronimo Stilton, una vez más, había demostrado que con inteligencia, valentía y un poco de queso, incluso los misterios más aterradores pueden ser resueltos.