El Mono y la Tortuga
Fábula Japonesa Corta
Un mono y una tortuga intentan trabajar juntos para conseguir comida, pero la avaricia y el engaño del mono terminan enseñándole una valiosa lección.
La trompa mágica
En un tranquilo bosque japonés, un mono travieso y una tortuga sabia decidieron trabajar juntos para cultivar comida. Un día, encontraron una semilla de plátano junto al río.
—¡Plantémosla! —propuso la tortuga—. Si cuidamos bien de ella, crecerá un gran banano lleno de frutas deliciosas.
El mono, siempre impaciente, aceptó. La tortuga sugirió dividir la planta en dos partes.
—Yo cuidaré las raíces, y tú, el tronco —dijo.
El mono, encantado con la idea, pensó que había hecho el mejor trato.
—¡Las raíces están bajo tierra y no sirven para nada! —se dijo—. Mientras tanto, yo disfrutaré de los frutos que crecerán arriba.
La tortuga, con paciencia, regó las raíces cada día, asegurándose de que la planta creciera fuerte. El mono, en cambio, descansaba a la sombra, esperando ansiosamente los frutos. Pasó el tiempo, y finalmente el banano floreció con grandes racimos dorados.
—¡Es hora de recoger los plátanos! —dijo el mono emocionado, trepando rápidamente al árbol.
Pero en lugar de compartir, se comió todos los plátanos y dejó a la tortuga con nada.
—¡Esto es todo para mí! —gritó con una risa burlona.
La tortuga, tranquila pero herida, planeó una manera de enseñarle una lección al mono. Cuando el mono se quedó dormido bajo el árbol, la tortuga mordisqueó suavemente la cuerda de la rama donde el mono dormía colgado. La rama se rompió, y el mono cayó al agua con un gran chapuzón.
—¡Ayuda, tortuga! ¡No sé nadar! —gritó el mono, asustado.
La tortuga, aunque sabía que el mono había sido injusto, lo ayudó a salir del agua.
—Recuerda, mono, la codicia y el egoísmo siempre tienen consecuencias. Si hubieras compartido los plátanos, habríamos disfrutado juntos sin problemas.
Avergonzado, el mono aprendió su lección. Desde entonces, comprendió el valor de la amistad y la importancia de compartir, y la tortuga, con su paciencia y sabiduría, lo ayudó a ser un mejor compañero.
Y así, en el bosque japonés, el mono y la tortuga vivieron en paz, trabajando juntos con justicia.
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