La almohada maravillosa
Cuento Corto

La almohada maravillosa - Cuento Infantil de miedo
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En un mercado lleno de objetos curiosos, Eva encontró una almohada verde con líneas doradas, un bordado rojo en espiral y un extraño símbolo: un triángulo atravesado por líneas misteriosas. A primera vista, parecía una almohada normal, pero guardaba un secreto que cambiaría sus sueños para siempre.

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La almohada maravillosa

Eva adoraba buscar tesoros en el mercado de antigüedades. Un día, en un rincón apartado, vio una almohada que parecía llamarla. Estaba desgastada pero conservaba un brillo especial en sus líneas doradas y su bordado rojo en forma de espiral. En el centro había un símbolo que nunca había visto antes: un triángulo atravesado por un palo vertical y otro horizontal, rodeado por una espiral.

—¿Cuánto cuesta? —preguntó al vendedor.
—Esta almohada no tiene precio, pero si la llevas, recuerda usarla solo cuando estés lista para descubrir tus sueños más profundos —respondió con un tono enigmático.

Esa noche, Eva colocó la almohada en su cama y se acostó. Al principio, todo parecía normal, pero cuando cerró los ojos, fue transportada a un bosque lleno de luces verdes y doradas. En el centro del bosque, un círculo de piedras rodeaba un lago brillante. En el agua, el símbolo de la almohada estaba reflejado.

Un anciano apareció entre los árboles.
—Eva, has cruzado al mundo de los sueños —dijo—. Aquí, cada elección que hagas puede cambiar tu destino.

Confundida pero intrigada, Eva siguió al anciano. Él la guió hasta el lago y le pidió que tocara el agua. Al hacerlo, vio imágenes de su vida: momentos felices, decisiones importantes y caminos que nunca tomó.
—Esta almohada te permite explorar los secretos de tu mente —explicó el anciano—. Pero ten cuidado: no todo lo que veas será fácil de enfrentar.

De repente, una sombra surgió del lago, mostrándole sus mayores temores. Eva, asustada, recordó las palabras del anciano y se enfrentó a la sombra, diciendo:
—No te temo. Eres parte de mí, pero no me controlarás.

Con esas palabras, la sombra desapareció, y Eva despertó en su cama. La almohada seguía allí, intacta, pero Eva sabía que no era un objeto ordinario. Desde ese día, usó la almohada para aprender más sobre sí misma, creciendo en valentía y sabiduría con cada sueño.

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