La almohada maravillosa – Cuento Infantil de miedo
En un pequeño pueblo rodeado de bosques espesos vivía una niña llamada Elena. Era una niña dulce y cariñosa, pero también muy soñadora. Le encantaba leer historias fantásticas y perderse en mundos imaginarios.
Un día, mientras Elena ordenaba su habitación, encontró una vieja almohada en el fondo de un baúl. La almohada era de color verde oscuro, con un extraño símbolo bordado en el centro. Elena la tomó con curiosidad y la miró con atención. De repente, la almohada comenzó a vibrar y una voz suave y melodiosa susurró:
«Elena, ¿te gustaría vivir una aventura maravillosa?»
Elena, sin pensarlo dos veces, respondió: «¡Sí!»
En ese instante, la almohada se iluminó con una luz brillante y Elena se sintió transportada a un mundo mágico. Un bosque encantado con árboles de colores vibrantes, flores que brillaban en la oscuridad y criaturas fantásticas que jamás había visto antes.
Elena estaba fascinada con todo lo que veía. Exploraba el bosque con alegría, siguiendo a un pequeño unicornio que la guiaba por los senderos mágicos. Sin embargo, la felicidad no duraría para siempre.
Al caer la noche, Elena se encontró con una cabaña oscura y tenebrosa. La voz de la almohada le susurró: «Entra en la cabaña, allí encontrarás la llave para regresar a casa.»
Elena, con el corazón palpitando de miedo, abrió la puerta de la cabaña. El interior era oscuro y polvoriento, y solo una tenue luz de luna se filtraba por las ventanas. De repente, una figura alta y espectral se materializó frente a ella. Era una mujer pálida con ojos negros como la noche y una sonrisa cruel en los labios.
«¡Te he estado esperando, Elena!», dijo la mujer con una voz áspera. «Tu alma será mía para siempre.»
Elena gritó de terror y corrió hacia la puerta, pero estaba cerrada con llave. La mujer espectral se acercaba a ella con pasos lentos y amenazantes. Elena estaba atrapada.
En ese momento, Elena recordó el símbolo bordado en la almohada. Lo tocó con desesperación y la almohada comenzó a brillar con una luz cegadora. La mujer espectral aulló de dolor y se desvaneció en la oscuridad.
Elena se despertó en su habitación, con la almohada verde a su lado. Era de día y el sol brillaba a través de la ventana. Todo había sido un sueño, o al menos eso era lo que ella creía.
Desde ese día, Elena nunca volvió a usar la almohada maravillosa. La guardó en el fondo del baúl, con la esperanza de que la aventura en el bosque encantado y la mujer espectral solo fueran un mal sueño.
Sin embargo, por las noches, cuando Elena dormía, la almohada vibraba levemente y la voz susurraba en su oído:
«Elena, aún no has encontrado la llave para regresar a casa.»
El miedo a volver a ser atrapada en el mundo mágico la atormentaba. Elena nunca más volvió a dormir tranquila, y la sombra de la aventura maravillosa la persiguió para siempre.