La Bella Durmiente del Bosque – Cuento Corto Infantil
Versión española de The Sleeping Beauty in the Wood
Érase una vez, en un reino muy lejano, una princesa llamada Aurora, que era muy bella y bondadosa. Todos la querían y admiraban, excepto una malvada hada, que le tenía envidia y rencor. El día del bautizo de Aurora, el hada se presentó en el castillo y le lanzó una terrible maldición. Dijo:
- Cuando cumpla dieciséis años, se pinchará el dedo con un huso y caerá en un sueño profundo del que nunca despertará.
Todos se quedaron horrorizados al oír estas palabras. Pero entonces, una buena hada, que también había acudido al bautizo, se acercó a la cuna de Aurora y dijo:
- No puedo deshacer la maldición, pero puedo suavizarla. Cuando se pinche el dedo, no morirá, sino que dormirá durante cien años. Y solo podrá despertar con el beso de un príncipe que la ame de verdad.
El rey y la reina se sintieron algo aliviados, pero aún así temían por el destino de su hija. Ordenaron quemar todos los husos del reino y prohibieron que nadie se acercara a ellos. Aurora creció feliz y ajena a la maldición, rodeada de amor y cuidados.
El día de su decimosexto cumpleaños, Aurora se sintió curiosa por explorar el castillo. Subió por una escalera secreta que la llevó a una torre donde encontró una vieja mujer que hilaba con un huso. Era el hada malvada, que se había disfrazado para engañar a la princesa.
- ¿Qué es eso que tienes en la mano? – preguntó Aurora.
- Es un huso, mi niña. Sirve para hacer hilo. ¿Quieres probar?
- Sí, me gustaría – dijo Aurora, inocentemente.
El hada le tendió el huso y Aurora lo cogió. Pero en cuanto tocó la punta, se pinchó el dedo y cayó al suelo, sumida en un sueño profundo. El hada soltó una carcajada malévola y desapareció.
Pronto, el sueño se extendió por todo el castillo. El rey, la reina, los cortesanos, los sirvientes, los animales, todos se durmieron al instante. Y alrededor del castillo, creció un enorme seto de espinas que lo ocultó de la vista de todos.
Pasaron los años y el castillo quedó olvidado. Solo se conservaba la leyenda de la bella durmiente del bosque, que esperaba el beso de un príncipe. Muchos jóvenes intentaron atravesar el seto de espinas, pero ninguno lo consiguió. Las espinas los herían y los rechazaban, pues no eran los elegidos.
Hasta que un día, un príncipe llamado Felipe, que estaba de cacería por el bosque, oyó hablar de la leyenda y se sintió atraído por ella. Decidió buscar el castillo y ver con sus propios ojos a la princesa. Se armó de valor y se acercó al seto de espinas.
Pero para su sorpresa, las espinas se abrieron ante él, dejando paso a unas hermosas flores. El príncipe comprendió que él era el elegido y siguió adelante. Entró en el castillo y vio a todos los que dormían. Subió a la torre y encontró a Aurora, que yacía en una cama, tan bella como el primer día.
El príncipe se acercó a ella y la contempló con admiración. Se enamoró al instante y la besó con ternura. Al hacerlo, Aurora abrió los ojos y se despertó. Al ver al príncipe, le sonrió y le dio las gracias. Se sintió feliz y correspondida.
Y con el despertar de Aurora, también se despertaron todos los que dormían en el castillo. El rey, la reina, los cortesanos, los sirvientes, los animales, todos se alegraron de ver a la princesa y al príncipe. Celebraron su encuentro con una gran fiesta y los bendijeron con sus mejores deseos.
Aurora y Felipe se casaron y vivieron felices para siempre. Y así termina el cuento de la bella durmiente del bosque.
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