La historia de Ferdinand – Cuento Infantil sobre la Amistad
En un campo verde y soleado, vivía un toro llamado Ferdinand. A diferencia de los demás toros, a Ferdinand no le gustaban las peleas ni las corridas. Prefería sentarse bajo un árbol frondoso y oler las flores, disfrutando de la tranquilidad del campo.
Un día, mientras Ferdinand disfrutaba de su aroma favorito, un grupo de hombres llegó al campo para seleccionar toros para la corrida. Los toros, llenos de bravura, corrieron y embistieron con fuerza, ansiosos por ser elegidos. Sin embargo, Ferdinand se quedó sentado, tranquilo y sin inmutarse.
Los hombres, al ver la actitud pacífica de Ferdinand, lo ignoraron y se llevaron a los demás toros. Ferdinand se quedó solo en el campo, feliz de poder seguir disfrutando de la paz y la tranquilidad.
Un día, mientras Ferdinand estaba bajo su árbol favorito, llegó una abeja y se posó en su cabeza. La abeja, sin querer, le picó la nariz. Ferdinand, molesto por la picadura, se levantó de un salto y comenzó a correr por el campo, bramando de dolor.
En su carrera, Ferdinand se encontró con un grupo de vacas que pastaban en el campo. Las vacas, asustadas por el bramido de Ferdinand, comenzaron a correr también.
Sin saberlo, Ferdinand y las vacas se dirigían hacia el pueblo cercano. Los aldeanos, al ver la estampida, se asustaron y comenzaron a correr en todas direcciones.
En medio del caos, Ferdinand se dio cuenta del alboroto que había causado. Se detuvo de inmediato y, con su voz suave y calmada, comenzó a hablar con las vacas. Ferdinand les dijo que no había nada que temer, que solo era un toro que prefería la paz a la violencia.
Las vacas, al escuchar las palabras de Ferdinand, se tranquilizaron y comenzaron a caminar de regreso al campo. Los aldeanos, al ver que no había peligro, también se calmaron y salieron a ayudar a Ferdinand a llevar a las vacas de vuelta a su lugar.
A partir de ese día, Ferdinand se convirtió en un héroe para los aldeanos. Lo apodaron «Ferdinand el pacífico» y lo visitaban con frecuencia para llevarle flores y frutas.
Ferdinand también se hizo amigo de las vacas. A menudo se les veía pastando juntos bajo el árbol favorito de Ferdinand, disfrutando de la paz y la amistad.
La historia de Ferdinand nos enseña que la verdadera fuerza reside en la bondad, la paciencia y la amistad. No es necesario ser agresivo o violento para ser fuerte. La verdadera fuerza reside en la capacidad de amar, de comprender y de vivir en paz con los demás.