La telaraña de Charlotte – Cuento Infantil sobre Valores

La telaraña de Charlotte Cuento infantil

En una granja ubicada en un valle verde y apacible, vivía Wilbur, un pequeño cerdo con un corazón tan grande como su apetito. Wilbur era amable y cariñoso, pero también era un poco torpe y despistado. A menudo se metía en problemas, sin quererlo, y causaba estragos en la granja.

Un día, mientras Wilbur hozaba en el barro, se encontró con una araña solitaria que habitaba en la esquina del granero. La araña era pequeña y delgada, con patas largas y peludas. Se llamaba Charlotte y era una criatura tímida y reservada.

Wilbur, con su natural curiosidad, se acercó a Charlotte y la saludó con una sonrisa. «Hola», dijo Wilbur. «Me llamo Wilbur. ¿Y tú cómo te llamas?»

«Charlotte», respondió la araña con una voz suave y temblorosa.

«¿Qué haces aquí sola?», preguntó Wilbur con simpatía.

«Tejo mi telaraña», respondió Charlotte con timidez. «Aquí puedo estar tranquila y a salvo».

Wilbur se quedó fascinado con la telaraña de Charlotte. Era una obra de arte, tejida con hilos de seda brillantes y adornada con gotas de rocío que brillaban como diamantes al sol.

«¡Es hermosa!», exclamó Wilbur con admiración. «¿Me enseñarías a tejer una telaraña?»

Charlotte se sorprendió por la petición de Wilbur, pero al ver su entusiasmo, decidió enseñarle. A lo largo de los días, Wilbur y Charlotte se convirtieron en amigos inseparables. Wilbur le contaba a Charlotte historias sobre la vida en la granja, mientras que ella le enseñaba los secretos del tejido y la paciencia.

Un día, llegó a la granja un hombre corpulento con una mirada severa. Era el granjero, y había decidido que Wilbur era demasiado pequeño y torpe para ser criado. Su destino era ser sacrificado.

Charlotte, al enterarse de la terrible noticia, se sintió llena de tristeza y determinación. Sabía que tenía que hacer algo para salvar a su amigo. Utilizando su talento para tejer, comenzó a crear mensajes en su telaraña.

«Wilbur es un cerdo especial», decía una de las telarañas. «No lo sacrifiquen», decía otra.

Los visitantes de la granja, al ver las telarañas con mensajes tan peculiares, comenzaron a hablar sobre Wilbur. Se maravillaron con su inteligencia y su bondad, y pronto se convirtieron en sus defensores.

El granjero, al ver el cambio de opinión en la gente, reconsideró su decisión. Se dio cuenta de que Wilbur era un animal valioso y querido por todos. Finalmente, decidió darle una segunda oportunidad.

Wilbur, gracias a la astucia y la valentía de Charlotte, se salvó del sacrificio y pudo vivir una vida feliz en la granja.

Moraleja:

La verdadera amistad no conoce de diferencias. Cuando somos tolerantes y aceptamos a los demás por quienes son, podemos crear un mundo más armonioso y lleno de oportunidades para todos.