Ratatouille – Cuento de Disney Corto
En el corazón de la soleada Provenza, vivía Remy, una rata con un paladar excepcional y un sueño imposible: convertirse en chef. A diferencia de sus hermanos, que se conformaban con hurgar en la basura en busca de un pedazo de queso o pan duro, Remy anhelaba los aromas que emanaban de la cocina del famoso restaurante Gusteau’s, ubicado justo al otro lado de la calle.
Cada noche, Remy se acurrucaba en el alféizar de la ventana, fascinado por la danza de los chefs entre sartenes y ollas, la magia de las especias y la alquimia de los sabores. Observaba con atención cómo convertían ingredientes simples en obras de arte culinarias que despertaban la alegría en los comensales.
Un fatídico día, el destino llamó a la puerta de Remy. Un accidente en la cocina lo catapultó al interior del restaurante, donde se encontró cara a cara con Linguini, un joven y torpe ayudante de cocina. Al principio, Linguini se horrorizó al descubrir una rata en su cocina, pero la pasión de Remy por la comida lo conmovió.
Remy, con su olfato infalible y su conocimiento culinario, era capaz de identificar las especias más exóticas y crear recetas que deleitaban al exigente paladar de Gusteau. Linguini, por su parte, tenía la fuerza y la destreza para ejecutar las ideas de Remy con precisión. Juntos, formaban un dúo imparable.
Para mantener su secreto, Remy ideó un ingenioso sistema: se escondía bajo el gorro de Linguini y le guiaba sus manos mientras cocinaba. De esta manera, Linguini se convirtió en la estrella del restaurante, atrayendo multitudes con sus platos innovadores y deliciosos.
Sin embargo, la felicidad no duraría para siempre. El crítico gastronómico Anton Ego, conocido por su implacable severidad, decidió visitar Gusteau’s. Remy sabía que la crítica de Ego podría destruir el restaurante, por lo que se arriesgó a revelar su identidad para salvar el sueño que tanto le había costado alcanzar.
Al principio, Ego se sintió ultrajado al descubrir que una rata era la responsable de las obras maestras culinarias. Pero después de probar una de las creaciones de Remy, un pisto provenzal preparado con amor y dedicación, Ego experimentó una explosión de sabores que lo transportaron a su infancia.
Conmovido por la pasión de Remy y la magia de su cocina, Ego escribió una crítica elogiosa que no solo salvó al restaurante, sino que también elevó a Remy a la categoría de leyenda culinaria. La historia de Remy demostró que no importa quién eres o de dónde vienes, los sueños pueden hacerse realidad si tienes pasión, talento y la valentía de seguir tu camino.