El jardín de los calcetines perdidos
Cuento Corto

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En una casa llena de misterios, los calcetines que desaparecían no se iban para siempre. Sofía descubrió que todos terminaban en un lugar mágico y extraño: El Jardín de los Calcetines Perdidos.

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Sofía siempre se preguntaba adónde iban sus calcetines perdidos. No importaba cuánto buscara, uno de cada par siempre desaparecía. Una noche, mientras revisaba la lavadora, escuchó un leve susurro proveniente de la rejilla de ventilación. Curiosa, movió la rejilla y encontró un túnel oscuro. Con una linterna en mano, decidió explorarlo.

El túnel era estrecho y parecía no tener fin, pero después de un rato, Sofía emergió en un lugar sorprendente: un jardín iluminado por un cielo de luces danzantes. En lugar de flores, había calcetines de todos los colores y tamaños creciendo de arbustos, ramas y hasta del suelo. Los calcetines se balanceaban suavemente, como si fueran hojas movidas por el viento.

—¿Dónde estoy? —susurró Sofía, maravillada.

De entre los arbustos apareció una figura pequeña y peculiar: un ser con cuerpo redondo y patas delgadas, hecho completamente de calcetines.
—¡Bienvenida al Jardín de los Calcetines Perdidos! —dijo con una voz alegre—. Aquí vienen todos los calcetines que los humanos olvidan o pierden.

Sofía, aún sorprendida, preguntó:
—¿Por qué desaparecen?
—Los calcetines necesitan un lugar donde ser libres. Aquí, los cuidamos y los dejamos vivir en paz —respondió el ser, mientras señalaba un arbusto donde estaba uno de los calcetines favoritos de Sofía.

—¿Puedo llevármelo de vuelta? —preguntó Sofía.
—Solo si prometes cuidarlo bien y no volver a dejarlo solo —dijo el ser con seriedad.

Sofía prometió y recuperó su calcetín. Antes de irse, observó el jardín una última vez, jurándose no perder más calcetines. Al regresar por el túnel, encontró el calcetín junto a su cama.

Desde ese día, Sofía guardó sus calcetines con más cuidado, pero siempre pensaba en el jardín mágico donde los calcetines perdidos florecían.