La Gallina de los Huevos de Oro – Cuento Infantil Corto

La Gallina de los Huevos de Oro - Cuento Infantil Corto

En un pequeño pueblo rodeado de verdes praderas vivía un matrimonio de ancianos: Don Efraín y Doña Dolores. Eran personas humildes y trabajadoras que se dedicaban a labrar la tierra y cuidar de sus animales. Un día, mientras Don Efraín alimentaba a las gallinas, notó algo extraño: una de ellas, una gallina blanca y robusta, brillaba con un tenue resplandor dorado.

Al acercarse a la gallina, Don Efraín notó que había puesto un huevo, pero no era un huevo normal, era un huevo de oro puro. Asombrados y llenos de alegría, Don Efraín y Doña Dolores mostraron el huevo a sus vecinos, quienes no podían creer lo que veían. Pronto, la noticia de la gallina de los huevos de oro se extendió por todo el pueblo.

Cada mañana, Don Efraín recogía un huevo de oro del gallinero. Vendían los huevos en el mercado y, con el dinero, compraban alimentos, ropa y todo lo que necesitaban para vivir una vida cómoda. La fama de la gallina llegó a oídos del Rey Midas, un hombre rico y poderoso, pero también avaricioso y egoísta. El Rey Midas, obsesionado con la riqueza, deseaba la gallina para sí mismo.

Un día, el Rey Midas envió a sus soldados a la casa de Don Efraín y Doña Dolores para que les arrebataran la gallina. Los ancianos, afligidos por la pérdida de su gallina mágica, no pudieron hacer nada para evitarlo. El Rey Midas encerró a la gallina en una jaula dorada en su palacio y esperaba ansiosamente que pusiera huevos de oro para él.

Sin embargo, la gallina, lejos de su hogar y de sus dueños, dejó de poner huevos. El Rey Midas, furioso y frustrado, ordenó a sus soldados que buscaran a Don Efraín y Doña Dolores. Los ancianos, al enterarse de la situación, se presentaron ante el Rey Midas.

Doña Dolores, con su bondad y sabiduría, le dijo al Rey Midas:

Doña Dolores: La gallina no pone huevos de oro por obligación, lo hace porque nos quiere y quiere ayudarnos. La avaricia no te dará la felicidad, solo te llenará de vacío y te alejará de las cosas que realmente importan.

El Rey Midas, conmovido por las palabras de Doña Dolores, comprendió su error. Arrepentido, devolvió la gallina a Don Efraín y Doña Dolores, y les pidió perdón por su comportamiento. Desde ese día, el Rey Midas aprendió una valiosa lección: la verdadera riqueza no está en el oro, sino en la bondad, la amistad y el amor.

Don Efraín y Doña Dolores, felices de tener de vuelta a su gallina, la cuidaron con cariño y ella volvió a poner huevos de oro. Pero esta vez, los ancianos no solo usaban el oro para mejorar su vida, sino también para ayudar a los más necesitados del pueblo.

La historia de la gallina de los huevos de oro se transmitió de generación en generación como un símbolo de bondad, generosidad y la importancia de valorar las cosas realmente importantes de la vida.