Pulgarcito – Un cuento Infantil Tradicional

Pulgarcito - Un cuento Infantil Tradicional

En un pequeño pueblo, vivía un leñador con su esposa y sus siete hijos. Eran muy pobres y un día, el leñador, desesperado por no tener suficiente comida para alimentar a su familia, pensó en abandonar a sus hijos en el bosque.

Su esposa, llena de tristeza, le rogó que no lo hiciera. Sin embargo, el leñador estaba convencido de que era la única solución. Al día siguiente, mientras sus hijos dormían, los llevó al bosque y los abandonó a su suerte.

Pulgarcito, el hijo menor, que era muy listo, se había dado cuenta del plan de su padre. Antes de que los abandonara, recogió piedrecitas blancas del camino y las fue dejando caer a lo largo del sendero.

Cuando se dieron cuenta de que estaban perdidos, Pulgarcito les dijo a sus hermanos que no se preocuparan, que él los guiaría de vuelta a casa siguiendo las piedrecitas. Caminaron durante horas, pero las piedrecitas se habían acabado.

Estaban a punto de perder la esperanza cuando se encontraron con una cabaña. Era la casa de un ogro que vivía solo con su esposa. El ogro era enorme y tenía un apetito feroz.

Esa noche, el ogro capturó a los niños y los metió en un saco para comérselos al día siguiente. Pulgarcito, sin embargo, no se rindió. Cuando el ogro se quedó dormido, ideó un plan.

Le dijo a sus hermanos que se quitaran las gorras y las pusieran en la cabeza de los siete ogritos que dormían junto a ellos. Luego, cogió un cuchillo y cortó la cuerda del saco. Los niños salieron corriendo y se escondieron en el bosque.

El ogro, al despertarse, se dio cuenta de que había atrapado a sus propios hijos. Enfurecido, salió a perseguir a los niños, pero Pulgarcito le había robado sus botas de siete leguas, que le permitían caminar grandes distancias con cada paso.

Gracias a las botas, Pulgarcito y sus hermanos pudieron llegar a casa antes que el ogro. Sus padres, que los creían muertos, se llenaron de alegría al verlos.

El ogro, cansado de la persecución, regresó a su casa. Desde ese día, los niños vivieron felices y nunca más volvieron a pasar hambre.