La niña del armario – Cuento Infantil de miedo

Ana, una niña de 8 años con cabello castaño ensortijado y ojos color miel, se mudó con su familia a una casa antigua en las afueras de la ciudad. La casa era grande y misteriosa, con techos altos, crujientes pisos de madera y un sótano oscuro que a Ana le daba escalofríos.

Desde la primera noche, Ana escuchó un ruido extraño en el armario de su habitación. Era un leve crujido, como si alguien o algo se moviera dentro. Al principio, Ana pensó que era su imaginación, pero el ruido persistía noche tras noche.

Unas noches después, el ruido la despertó. Ana se sentó en la cama, con el corazón palpitando, y miró hacia el armario. La puerta estaba entreabierta, dejando entrever una oscuridad profunda. Un escalofrío le recorrió la espalda.

Ana se levantó con cautela y se acercó al armario. La madera crujió bajo sus pies. Tomó aire y, con dedos temblorosos, empujó la puerta para abrirla del todo.

Lo que vio la dejó helada.

En el fondo del armario, de pie y mirándola fijamente, estaba una niña. Era pálida como la luna, con cabello negro azabache y ojos grandes y vacíos de color azul. Vestía un antiguo vestido blanco que le llegaba hasta los tobillos.

Ana no podía moverse. La niña del armario no parpadeaba, ni siquiera respiraba. Era como una aparición fantasmal.

Un terror indescriptible se apoderó de Ana. Quiso gritar, correr, pero su cuerpo estaba paralizado.

De repente, la niña del armario levantó una mano y la señaló con un dedo largo y huesudo. Sus labios se curvaron en una sonrisa macabra.

En ese instante, Ana despertó.

Estaba en su cama, sudando y temblando. La luz del sol entraba por la ventana. Se levantó y corrió hacia el armario, lo abrió de golpe y miró dentro. Estaba vacío.

Ana nunca volvió a ver a la niña del armario, pero nunca olvidó su mirada escalofriante. El recuerdo la perseguía, impregnando sus sueños con un terror que la helaba hasta los huesos.

Años después, Ana todavía se preguntaba quién era la niña del armario y qué quería de ella. ¿Era un fantasma? ¿Un alma en pena? ¿O tal vez una simple alucinación producto de su imaginación?

Lo que sí sabía Ana era que esa noche, en el armario, había visto algo que no era de este mundo.