La zorra y las uvas – Cuento Infantil Clásico
En un bosque frondoso y verde, habitaba una zorra astuta y juguetona llamada Zarina. Un día soleado, mientras exploraba entre los árboles, su olfato la guió hacia un aroma irresistible: el dulce perfume de uvas maduras.
Zarina levantó su hocico y vio, colgando de una parra enredada en un árbol alto, un racimo de uvas tan grande como su cabeza. Las uvas brillaban bajo el sol como pequeñas joyas púrpuras, y Zarina las miró con ojos llenos de deseo.
La zorra hambrienta se acercó a la parra y, con un ágil movimiento, saltó tan alto como pudo. Pero las uvas aún estaban fuera de su alcance.
No dispuesta a rendirse, Zarina corrió alrededor del árbol, buscando una forma de subir. Intentó trepar por el tronco rugoso, pero sus patas resbalaban. Incluso se colgó de una rama baja, balanceándose de un lado a otro, pero las uvas seguían inalcanzables.
Cansada y frustrada, Zarina se sentó bajo la parra, con la lengua colgando fuera de su hocico. De pronto, una idea traviesa le vino a la mente.
Zarina se levantó y fingió desinterés por las uvas. Miró hacia otro lado y comenzó a caminar con aire despreocupado.
«¡Bah!», dijo en voz alta. «Esas uvas no se ven tan apetecibles después de todo. Seguro que están agrias y verdes».
Mientras hablaba, Zarina no podía evitar mirar de reojo las uvas. Su estómago rugía de hambre y la tentación era cada vez más fuerte.
De repente, se dio la vuelta y corrió hacia la parra. Saltó, estiró sus patas al máximo, y esta vez, logró atrapar un racimo de uvas con sus fauces.
Zarina mordió una uva con deleite. El jugo dulce y refrescante inundó su boca, y la zorra no pudo evitar un gemido de satisfacción.
Las uvas no solo eran deliciosas, sino que también eran un premio a su persistencia. Zarina había aprendido que a veces, para conseguir lo que queremos, hay que esforzarse y no rendirse nunca.
Con el estómago lleno y el corazón contento, Zarina se despidió de la parra y continuó su camino por el bosque. Sabía que, gracias a su astucia y determinación, nunca más pasaría hambre.
Moraleja: No te desanimes si no logras algo al primer intento. Sigue intentándolo y buscando soluciones creativas. Al final, tu esfuerzo será recompensado.