La zorra y las uvas
Cuento Corto

Rapunzel La princesa de la torre

En una soleada viña, una astuta zorra aprendió una lección sobre el orgullo y la humildad. Así comienza el cuento clásico de La zorra y las uvas, una historia llena de ingenio y reflexión.

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La zorra y las uvas

En un caluroso día de verano, una zorra astuta pero hambrienta deambulaba por el bosque, buscando algo que comer. Aunque había buscado entre los arbustos y bajo los árboles, no había encontrado nada que saciara su hambre. Cansada, decidió seguir adelante cuando, de repente, vio una viña llena de uvas brillantes y jugosas que colgaban de una rama alta.

Las uvas parecían perfectas: redondas, grandes y de un tono púrpura que anunciaba dulzura. La zorra, emocionada, lamió sus labios y dijo:
—¡Qué delicia! Esas uvas serán el banquete que tanto necesito.

Determinada, la zorra se acercó a la viña y dio su primer salto hacia el racimo más cercano. Sin embargo, las uvas estaban fuera de su alcance.
—Solo necesito un poco más de fuerza —pensó, y se preparó para un salto más grande.

Saltó con todas sus fuerzas, pero nuevamente falló. No quería rendirse, así que lo intentó una vez más, estirándose lo más que pudo. Las uvas seguían lejos. Decidida, retrocedió varios pasos, corrió con impulso y saltó lo más alto que podía, pero el resultado fue el mismo. La zorra estaba agotada y sin fuerzas.

Finalmente, la zorra miró las uvas con una mezcla de frustración y vergüenza. Para proteger su orgullo, dijo en voz alta:
—¡Bah! Seguro esas uvas están verdes y amargas. Ni siquiera valen la pena.

Con esa excusa, la zorra se alejó fingiendo indiferencia, aunque su estómago vacío y su corazón sabían la verdad: no había logrado alcanzarlas.

Este cuento nos enseña que, a menudo, cuando algo nos resulta inalcanzable, preferimos despreciarlo en lugar de admitir nuestras limitaciones. En lugar de buscar otra forma de resolver el problema o aceptar la situación, como la zorra, justificamos nuestra incapacidad con excusas.

Y así, la zorra se fue sin probar las dulces uvas, recordándonos que el orgullo a veces nos aleja de lo que realmente deseamos.

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