Adiós, Cordera
Cuento Corto
En una tranquila aldea rural de España, dos niños, Rosa y Pinín, compartían un profundo cariño por su vaca, Cordera. Esta es la historia de Adiós, Cordera, un emotivo relato de Leopoldo Alas «Clarín» sobre la inocencia, la pobreza y la pérdida.
Adiós, Cordera
En una aldea asturiana, lejos del bullicio de las ciudades, vivían dos niños, Rosa y Pinín, con su padre. Su vida era sencilla, marcada por el trabajo en el campo y el amor por su vaca, Cordera. Esta vaca no era solo un animal de carga; era como un miembro de la familia. Para Rosa y Pinín, Cordera representaba la tranquilidad y los días de verano bajo la sombra del viejo castaño.
Los niños pasaban largas horas junto a Cordera en un prado cercano al camino de hierro, donde veían pasar el tren. A menudo, imaginaban mundos lejanos y fantásticos más allá de las vías, aunque nunca quisieran alejarse de su hogar.
—¿Crees que el tren va a algún lugar mejor? —preguntaba Rosa.
—No lo sé, pero aquí, con Cordera, estamos bien —respondía Pinín.
Sin embargo, la vida en la aldea no era fácil. La pobreza apretaba cada vez más, y el padre de los niños, viudo y agotado por los años, tuvo que tomar una decisión difícil.
—No queda otro remedio —dijo una noche—. Tendremos que vender a Cordera.
La noticia cayó como un golpe para Rosa y Pinín. Cordera era su amiga, su refugio. El día de la venta, un hombre llegó con dinero y una cuerda para llevarse a la vaca. Rosa y Pinín lloraron abrazados a Cordera, mientras el hombre tiraba de ella hacia el tren que la llevaría lejos.
Desde la colina, los niños vieron cómo Cordera desaparecía en la distancia, su figura cada vez más pequeña hasta que ya no pudieron verla más. Aunque era solo una vaca, su pérdida simbolizaba el fin de una etapa de inocencia para Rosa y Pinín.
Adiós, Cordera es un relato que nos recuerda la dureza de la vida rural, la conexión entre los seres humanos y los animales, y cómo las pérdidas nos hacen crecer.
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